sábado, 7 de mayo de 2016

Harry Potter y el prisionero de Azkaban- Cap 15

Aclaración: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen a Jo Rowling, yo solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.


Harry Potter y el Prisionero de Azkaban


Capitulo XV: "La final de Quidditch"


Después de que Hagrid se tranquilizara, mientras mcGonagall le palmeaba el gigantesco hombro como un consuelo poco convincente, Dumbledore se puso en pie.
-Creo que al Señor Malfoy le toca leer- Draco extendió la mano resignado, pero el anciano negó con la cabeza- Lucius Malfoy.
-¿Por qué yo tengo que leer esa porq...-Astoria le dio un codazo, Lucius la miró indignado.
-Lea esa cosa o lo dejo sin nieto y el apellido Malfoy se va al tubo. Compórtese.
Draco miró a Astoria con gracia, era la única persona que había conocido que le hablaba de esa manera desfachatada al hombre que le había atemorizado durante tantos años.  Lucius, con cara de poco amigos, tomó el libro que Dumbledore hizo levitar hasta él.

—Me ha enviado esto —dijo Hermione, tendiéndoles la carta. Harry la cogió. El pergamino estaba húmedo; las grue­sas lágrimas habían emborronado tanto la tinta que la lectura se hacía difícil en muchos lugares.
 Querida Hermione:
Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hog­warts, pero van a fijar la fecha del sacrificio. A Buckbeak le ha gustado Londres. Nunca olvidaré toda la ayuda que nos has proporcionado.
Hagrid

Hagrid se estremeció, al borde de las lagrimas.
-Hombre, ya te han dicho que no se muere- recordó McGonagall exasperada.

—No pueden hacerlo —dijo Harry—. No pueden. Buckbeak no es peligroso.
—El padre de Malfoy consiguió atemorizar a la Comisión para que tomaran esta determinación —dijo Hermione secándose los ojos—. Ya sabéis cómo es. Son unos viejos imbéciles y los asustó. Pero podremos recurrir. Siempre se puede. Aunque no veo ninguna esperanza... Nada cambiará.

Lucius se concentró en las palabras para ignorar todas las miradas de odio que estaba recibiendo.

—Sí, algo cambiará —dijo Ron, decidido—. En esta ocasión no tendrás que hacer tú sola todo el trabajo. Yo te ayudaré.
—¡Ron!
Hermione le echó los brazos al cuello y rompió a llorar.

Ron sonrió levemente, con el paso de los años había descubierto que Hermione, a pesar de ser una chica ruda, necesitaba que él la abrazara y la dejara llorar.
-Mira ese Ronnie, tan pequeñajo y ya se le arrojaban las chicas a sus brazos- se burló Fred.

 Ron, totalmente aterrado, le dio unas palmadas torpes en la cabeza. Hermione se apartó por fin.

Bill rodó los ojos, Ron siempre tan sensible.

—Ron, de verdad, siento muchísimo lo de Scabbers —sollozó.
—Bueno, ya era muy viejo —dijo Ron, aliviado de que ella se hubiera soltado—. Y era algo inútil. Quién sabe, a lo mejor ahora mis padres me compran una lechuza.
 _
 Las medidas de seguridad impuestas a los alumnos después de la segunda intrusión de Black impedían que Harry, Ron y Hermione visitaran a Hagrid por las tardes. La única posibilidad que tenían de hablar con él eran las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas.
Hagrid parecía conmocionado por el veredicto.
—Todo fue culpa mía. Me quedé petrificado. Estaban todos allí con sus togas negras, y a mí se me caían continuamente las notas y se me olvidaron todas las fechas que me habías buscado, Hermione. Y entonces se levantó Lucius Malfoy, soltó su discurso y la Comisión hizo exactamente lo que él dijo...

-Rata de alcantarilla- murmuró Arthur -Y luego se atreve a decir que nosotros deshonramos a los magos. Debería de caérsele la cara antes de hablar mal de nuestra familia,  pobres y traidores- dijo la palabra con burla- pero honrados.

—¡Todavía podemos apelar! —dijo Ron con entusiasmo—. ¡No tires la toalla! ¡Estamos trabajando en ello!
Volvían al castillo con el resto de la clase. Delante podían ver a Malfoy, que iba con Crabbe y Goyle, y miraba hacia atrás de vez en cuando, riéndose.

Draco miró avergonzado a Astoria, merlín lo salve, Astoria era tan sensible que hasta vegetariana era, ¿como había terminado él con una niña como Astoria? Ella era demasiado para él.
-Lo siento, Tory.
-Draco, yo sé lo que eras y lo que eres ahora.
-Sigo siendo el mismo gamberro malcriado.
-Tienes buen corazón Draco, por algo estoy contigo.

—No servirá de mucho, Ron —le dijo Hagrid con tristeza, al llegar a las escaleras del castillo—. Lucius Malfoy tiene a la Comisión en el bolsillo. Sólo me aseguraré de que el tiempo que le queda a Buckbeak sea el más feliz de su vida. Se lo debo...
Hagrid dio media vuelta y volvió a la cabaña, cubriéndose el rostro con el pañuelo.
—¡Miradlo cómo llora!
Malfoy, Crabbe y Goyle habían estado escuchando en la puerta.
—¿Habíais visto alguna vez algo tan patético? —dijo Malfoy—. ¡Y pensar que es profesor nuestro!

-Ron, no.
Hermione lo tomó del codo, justo cuando el pelirrojo iba a levantarse.
-¿Qué? Hermione el hurón desteñido se lo merece.
-Ron, tenía trece años. Le dijimos a los presentes que no juzgaran hasta terminar y tú que sabes cómo termino ¿pretendes darle una paliza?

Harry y Ron fueron hacia ellos, pero Hermione llegó antes:
¡PLAF!

-Y además yo se la di- murmuró Hermione con una sonrisa de suficiencia.
-Oh por los calzones de Merlín- Fabian comenzó a aplaudir- ¡ESO ES NIÑA!
-¡POR ESO ERES NUESTRA CUÑADA!- Fred y George le estrecharon la mano con admiración, mientras Sirius se descostillaba de risa junto con James.

Dio a Malfoy una bofetada con todas sus fuerzas. Malfoy se tambaleó. Harry; Ron, Crabbe y Goyle se quedaron atónitos en el momento en que Hermione volvió a levantar la mano.
—¡No te atrevas a llamar «patético» a Hagrid, so puerco... so malvado...!
—¡Hermione! —dijo Ron con voz débil, intentando sujetarle la mano.
—Suéltame, Ron.

-¿Por qué quieres pararla? Estamos esperando esto desde que conocimos a esa lagartija- bufó James.
-James, le llevas veinte años al niño.
-Ahora yo lo veo bastante crecidito, podría pegarle.
-James, no...Además ya se encargó Hermione-concluyó con una sonrisita.

Hermione sacó la varita. Malfoy se echó hacia atrás. Crabbe y Goyle lo miraron atónitos, sin saber qué hacer.
—Vámonos —musitó Malfoy. Y en un instante, los tres desaparecieron por el pasadizo que conducía a las mazmorras.
—¡Hermione! —dijo Ron de nuevo, atónito por la sorpresa.
—¡Harry, espero que le ganes en la final de quidditch! —dijo Hermione chillando—. ¡Espero que ganes, porque si gana Slytherin no podré soportarlo!

-¿Estas segura que no te quieres quedar conmigo, muñequita?- Insinuó Sirius moviendo las cejas.
-Sirius estoy embarazada de Ron.
-Le teñimos el pelo de negro, nadie notara la diferencia.
-¿Te caíste de la cuna cuando naciste o te tiraron de cabeza al retrete? - preguntó Marlene, Canuto le sacó la lengua infantilmente.

—Hay que ir a Encantamientos —dijo Ron, mirando todavía a Hermione con los ojos como platos.

-Y ahí Cupido te dio con el mazo- se burló Ginny.
-Con las flechas. Cupido tiraba flechas- corrigió Harry.
-¿Has visto a mi hermano? Nada más suave que un mazo lo hace reaccionar.

Subieron aprisa hacia la clase del profesor Flitwick.
—¡Llegáis tarde, muchachos! —dijo en tono de censura el profesor Flitwick, cuando Harry abrió la puerta del aula—. ¡Vamos, rápido, sacad las varitas! Vamos a trabajar con encantamientos estimulantes. Ya se han colocado todos por parejas.
Harry y Ron fueron aprisa hasta un pupitre que había al fondo y abrieron las mochilas. Ron miró a su alrededor.
—¿Dónde se ha puesto Hermione?
Harry también echó un vistazo. Hermione no había entrado en el aula, pero Harry sabía que estaba a su lado cuando había abierto la puerta.
—Es extraño —dijo Harry mirando a Ron—. Quizás... quizás haya ido a los lavabos...
Pero Hermione no apareció durante la clase.

-¿Qué demonios?- Molly miró feo a su hermano- Bueno, lo siento, ¿qué conejos ha pasado?
-Toda mujer tiene sus secretos- Dorcas pestañeó con fingida coquetería- Pregúntenle a Lily, si no- La pelirroja rió, ganándose una mirada curiosa de James.

—Pues tampoco le habría venido mal a ella un encantamiento estimulante            —comentó Ron, cuando salían del aula para ir a comer; todos con una dilatada sonrisa. La clase de encantamientos estimulantes los había dejado muy contentos.

Ron sonrió de lado, él sabía las cosas que estimulaban a Hermione.

Hermione tampoco apareció por el Gran Comedor durante el almuerzo. Cuando terminaron el pastel de manza­na, el efecto de los encantamientos estimulantes se estaba perdiendo, y Harry y Ron empezaban a preocuparse.
—¿No le habrá hecho nada Malfoy? —comentó Ron mientras subían aprisa las escaleras hacia la torre de Gryffindor.
Pasaron entre los troles de seguridad, le dieron la contraseña («Pitapatafrita») a la señora gorda

-¿En serio?- Andrómeda se rió- ¿Qué clase de contraseñas son esas?

 y entraron por el agujero del retrato para acceder a la sala común.
Hermione estaba sentada a una mesa, profundamente dormida, con la cabeza apoyada en un libro abierto de Aritmancia. Fueron a sentarse uno a cada lado de ella. Harry le dio con el codo para que despertara.

-Que delicado- regañó Lily.

—¿Qué... qué? —preguntó Hermione, despertando sobresaltada y mirando alrededor con los ojos muy abiertos—. ¿Es hora de marcharse? ¿Qué clase tenemos ahora?
—Adivinación, pero no es hasta dentro de veinte minutos —dijo Harry—. Hermione, ¿por qué no has estado en Encantamientos?
—¿Qué? ¡Oh, no! —chilló Hermione—. ¡Se me olvidó!

-Le pegas a una serpiente, faltas a clases... me estoy enamorando- Canuto fingió un suspiro.
-Si, chica rebelde, no juegues con nuestros corazones así o Harry no nacerá- se sumó James.
Remus negó con la cabeza divertido mientras Hermione se sonrojaba.

—Pero ¿cómo se te pudo olvidar? —le preguntó Harry—. ¡Llegaste con nosotros a la puerta del aula!
—¡Imposible! —aulló Hermione—. ¿Se enfadó el profesor Flitwick? Fue Malfoy. Estaba pensando en él y perdí la noción de las cosas.

-Suele pasarle eso a las chicas- comentó Malfoy por lo bajo, Astoria frunció el ceño.
—¿Sabes una cosa, Hermione? —le dijo Ron, mirando el libro de Aritmancia que Hermione había empleado como almohada—. Creo que estás a punto de estallar. Tratas de abarcar demasiado.
—No, no es verdad —dijo Hermione, apartándose el pelo de los ojos y mirando alrededor, buscando la mochila infructuosamente—. Me he despistado, eso es todo. Lo mejor será que vaya a ver al profesor Flitwick y me disculpe. ¡Os veré en Adivinación!
Se reunió con ellos veinte minutos más tarde, todavía confusa, a los pies de la escalera que llevaba a la clase de la profesora Trelawney.
—¡Aún no me puedo creer que me perdiera la clase de encantamientos estimulantes! ¡Y apuesto a que nos sale en el examen! ¡El profesor Flitwick me ha insinuado que puede salir!

-Tienes la maldita manía de querer usar una cucharada de mantequilla para veinte panes y eso no es posible, Hermione- la castaña miró confusa a Ron- ¡Tu eres la mantequilla!
-Genial Ron, la vida tiene más sentido con metáforas sobre el desayuno- ironizó Ginny.

Subieron juntos y entraron en la oscura y sofocante sala de la torre. En cada mesa había una brillante bola de cristal llena de neblina nacarada. Harry, Ron y Hermione se sentaron juntos a la misma mesa destartalada.
—Creía que no veríamos las bolas de cristal hasta el próximo trimestre —susurró Ron, echando a su alrededor una mirada, por si la profesora Trelawney estaba cerca.
—No te quejes, esto quiere decir que ya hemos terminado con la quiromancia. Me ponía enfermo verla dar respingos cada vez que me miraba la mano.
—¡Buenos días a todos! —dijo una voz conocida y a la vez indistinta, y la profesora Trelawney hizo su habitual entrada teatral, surgiendo de las sombras. Parvati y Lavender temblaban de emoción, con el rostro encendido por el resplandor lechoso de su bola de cristal—. He decidido que empecemos con la bola de cristal algo antes de lo planeado —dijo la profesora Trelawney, sentándose de espaldas al fuego y mirando alrededor—. Los hados me han informado de que en vuestro examen de junio saldrá la bola, y quiero que recibáis suficientes clases prácticas.

-Parvati y Lavender eran tan irritantes en ocasiones- se quejó Neville.
-Ya, pero eran guapas- recordó Seamus.
-¡Que no lo eran!- contradijeron Ginny y Hermione.
-Entiendo lo de Hermione pero ¿tú por qué?- Harry miró desconcertado a Ginny.
-Fuiste al baile con ella.
-Y tú fuiste con Neville.
-Pero es el mi amigo.
-Y Parvati era mi amiga.
-No califica como amiga si quiere estar contigo.
-¿Quién dijo que ella quería estar conmigo?
-Ella, a media población femenina en aquel año.
Sirius carraspeó divertido.
-¿Problemitas de faldas cachorro?
-No ayudas Sirius.

Hermione dio un bufido.
—Bueno, de verdad... los hados le han informado... ¿Quién pone el examen? ¡Ella! ¡Qué predicción tan asombrosa! —dijo, sin preocuparse de bajar la voz.
Era difícil saber si la profesora Trelawney los había oído, ya que su rostro estaba oculto en las sombras. Sin embargo, prosiguió como si no se hubiera enterado de nada.
—Mirar la bola de cristal es un arte muy sutil —explicó en tono soñador—. No espero que ninguno vea nada en la bola la primera vez que mire en sus infinitas profundidades. Comenzaremos practicando la relajación de la conciencia y de los ojos externos —Ron empezó a reírse de forma incontrolada y tuvo que meterse el puño en la boca para ahogar el ruido—, con el fin de liberar el ojo interior y la superconciencia. Tal vez, si tenéis suerte, algunos lleguéis a ver algo antes de que acabe la clase.

-Oh no de nuevo- rezongó Hermione- tuve que aguantar estar clases una vez, no de nuevo.
-Entiendo el sentimiento, pero hay que proseguir señorita Granger- dijo McGonagall.

Y entonces comenzaron. Harry; por lo menos, se sentía muy tonto mirando la bola de cristal sin comprender; intentando vaciar la mente de pensamientos que continuamente pasaban por ella, por ejemplo «qué idiotez».

Snape rodó los ojos, como si los Potter tuviesen mucho en el cerebro.

 No facilitaba las cosas el que Ron prorrumpiera continuamente en risitas mudas ni que Hermione chascara la lengua sin parar; en señal de censura.
—¿Habéis visto ya algo? —les preguntó Harry después de mirar la bola en silencio durante un cuarto de hora.
—Sí, aquí hay una quemadura —dijo Ron, señalando la mesa con el dedo—. A alguien se le ha caído la cera de la vela.

Fred, George y Bill rieron, mientras Percy negaba con la cabeza.

—Esto es una horrible pérdida de tiempo —dijo Hermione entre dientes—. En estos momentos podría estar practicando algo útil. Podría ponerme al día en encantamientos estimulantes.
Acompañada por el susurro de la falda, la profesora Trelawney pasó por su lado.
—¿Alguien quiere que le ayude a interpretar los oscuros augurios de la bola mágica? —susurró con una voz que se elevaba por encima del tintineo de sus pulseras.
—Yo no necesito ayuda —susurró Ron—. Es obvio lo que esto quiere decir: que esta noche habrá mucha niebla.
Harry y Hermione estallaron en una carcajada.

Igual que el resto de los presentes.
Hermione sonrió divertida, había pocas personas en el mundo que hicieran comentarios tan graciosamente desafortunados como Ron.

—¡Venga! —les llamó la atención la profesora Trelawney, al mismo tiempo que todo el mundo se volvía hacia ellos. Parvati y Lavender los miraban escandalizadas—. Estáis perjudicando nuestras vibraciones clarividentes. —Se aproximó a la mesa de los tres amigos y observó su bola de cristal. A Harry se le vino el mundo encima. Imaginaba lo que pasaría a continuación—: ¡Aquí hay algo! —susurró la profesora Trelawney, acercando el rostro a la bola, que quedó doblemente reflejada en sus grandes gafas—. Algo que se mueve... pero ¿qué es?

McGonagall se pellizcó el puente de la nariz con exasperación mientras Dumbledore la miraba divertido.

Harry habría apostado todo cuanto poseía a que, fuera lo que fuese, no serían buenas noticias. En efecto:
—Muchacho... —La profesora Trelawney suspiró miran—do a Harry—. Está aquí, más claro que el agua. Sí, querido muchacho... está aquí acechándote, aproximándose... el Gr...
—¡Por Dios santo! —exclamó Hermione—. ¿Otra vez ese ridículo Grim?

-Te estás volviendo una chica mala, Herm- se mofó Fred - Ni yo le he contestado de esa manera a un profesor, muy mal señorita Granger.

La profesora Trelawney levantó sus grandes ojos hasta la cara de Hermione. Parvati susurró algo a Lavender y ambas miraron a la muchacha. La profesora Trelawney se incorporó y la contempló con ira.
—Siento decirte que desde el momento en que llegaste a esta clase ha resultado evidente que careces de lo que requiere el noble arte de la adivinación. En realidad, no recuerdo haber tenido nunca un alumno cuya mente fuera tan incorregiblemente vulgar.
Hubo un momento de silencio.

Lo mismo sucedía en el comedor.
-Déjeme decirle, señorita Granger, que cuando un profesor acusa a un alumno de ser malo, el malo no es el alumno si no el profesor, todos los alumnos pueden ser buenos con esfuerzo.
-Mírame a mí si no- agregó Neville con una sonrisa- un gran profesor- le palmeó la espalda a Harry.

—Bien —dijo de repente Hermione, levantándose y metiendo en la mochila su ejemplar de Disipar las nieblas del futuro—. Bien —repitió, echándose la mochila al hombro y casi derribando a Ron de la silla—, abandono. ¡Me voy!
Y ante el asombro de toda la clase, Hermione se dirigió con paso firme hacia la trampilla, la abrió de un golpe y se perdió escaleras abajo.

-Concuerdo que esa clase es una farsa- comentó Lily con tacto- pero creo que te estas sobreexgiendo y eso se nota en tus reacciones, estás al límite y no es sano.

La clase tardó unos minutos en volver a apaciguarse. Parecía que la profesora Trelawney se había olvidado por completo del Grim. Se volvió de repente desde la mesa de Harry y Ron, respirando hondo a la vez que se subía el chal transparente.
—¡Aaaaah! —exclamó de repente Lavender; sobresaltando a todo el mundo—. ¡Aaaah, profesora Trelawney, acabo de acordarme! Usted la ha visto salir; ¿no es así, profesora? «En torno a Semana Santa, uno de vosotros nos dejará para siempre.» Lo dijo usted hace milenios, profesora.
La profesora Trelawney le dirigió una amable sonrisa.
—Sí, querida. Ya sabía que nos dejaría la señorita Granger. Una siempre tiene la esperanza, sin embargo, de haber confundido los signos... El ojo interior puede ser una cruz, ¿sabéis?

-No es posible- Hermione soltó un bufido- si no fuera porque sé lo que sé...
-¿Qué sabes?- James la miró curioso.
Harry carraspeó.
-Nada, nada importante por ahora.

Lavender y Parvati parecían muy impresionadas y se apartaron para que la profesora Trelawney pudiera ponerse en su mesa.
—Hermione se la está buscando, ¿verdad? —susurró Ron a Harry, con expresión sobrecogida.
—Sí...
Harry miró en la bola de cristal, pero no vio nada salvo niebla blanca formando remolinos. ¿De verdad había vuelto a ver al Grim la profesora Trelawney? ¿Lo vería él? Lo que menos falta le hacía era otro accidente casi mortal con la final de quidditch cada vez más cerca.

James soltó una risita.
-Le parece más importante la final que morir, se nota que es mi hijo.
-Yo no veo como algo positivo James- cortó Remus.
-Ni lo intentes- se resignó Lily.
****
Las vacaciones de Semana Santa no resultaron lo qué se dice relajantes. Los de tercero nunca habían tenido tantos deberes. Neville Longbottom parecía encontrarse al borde del colapso nervioso y no era el único.
—¿A esto lo llaman vacaciones? —gritó Seamus Finnigan una tarde, en la sala común—. Los exámenes están a mil años de distancia, ¿qué es lo que pretenden?

-Hasta que aparezco, ya me extrañaba- comentó Seamus.

Pero nadie tenía tanto trabajo como Hermione. Aun sin Adivinación, cursaba más asignaturas que ningún otro. Normalmente era la última en abandonar por la noche la sala común y la primera en llegar al día siguiente a la biblioteca. Tenía ojeras como Lupin y parecía en todo momento estar a punto de echarse a llorar.

Todos comenzaban a mirar con preocupación a Hermione.
Ron le acarició el hombro, aun en día a Hermione le costaba delegar y no intentar hacer todo, pero había superado esa etapa obsesiva que, por suerte, no había vuelto a repetirse.

Ron se estaba encargando de la apelación en el caso de Buckbeak. Cuando no hacía sus propios deberes estaba enfrascado en enormes volúmenes que tenían títulos como Manual de psicología hipogrífica o ¿Ave o monstruo? Un estudio de la brutalidad del hipogrifo. Estaba tan absorto en el trabajo que incluso se olvidó de tratar mal a Crookshanks.

Hermione se recargó en el pecho de Ron, así funcionaban ellos, a veces tan mal que parecían no soportarse pero cuando se necesitaban eran las personas más unidas que podías encontrar. Ron era leal, incondicional y aplicado cuando valía la pena.

Harry, mientras tanto, tenía que combinar sus deberes con el diario entrenamiento de quidditch, por no mencionar las interminables discusiones de tácticas con Wood. El partido entre Gryffindor y Slytherin tendría lugar el primer sábado después de las vacaciones de Semana Santa. Slytherin iba en cabeza y sacaba a Gryffindor doscientos puntos exactos.

Los Gryffindor abuchearon mientras los pocos Slytherin presentes ponían los ojos en blanco.

Esto significaba, como Wood recordaba a su equipo constantemente, que necesitaban ganar el partido con una ventaja mayor; si querían ganar la copa. También significaba que la responsabilidad de ganar caía sobre Harry en gran medida, porque capturar la snitch se recompensaba con ciento cincuenta puntos.

-No es bueno que lo presionen tanto- se quejó Molly.

—Así, si les sacamos una ventaja de cincuenta puntos, no tienes más que cogerla —decía Wood a Harry todo el tiempo—. Sólo si les llevamos más de cincuenta puntos, Harry, porque de lo contrario ganaremos el partido pero perderemos la copa. Lo has comprendido, ¿verdad? Tienes que atrapar la snitch sólo si estamos...
—¡YA LO SÉ, OLIVER! —gritó Harry.

-Carácter pelirrojo a la vista- comentó Sirius, guiñándole un ojo a Lily.

Toda la casa de Gryffindor estaba obsesionada por el partido. Gryffindor no había ganado la copa de quidditch desde que el legendario Charlie Weasley (el segundo de los hermanos de Ron) había sido buscador.
Charlie hizo una reverencia.
Pero Harry dudaba de que alguien de Gryffindor; incluido Wood, tuviera tantas ganas de ganar como él. Harry y Malfoy se odiaban más que nunca. A Malfoy aún le dolía el barro que había recibido en Hogsmeade, y le había puesto furioso que Harry se hubiera librado del castigo. Harry no había olvidado el intento de Malfoy de sabotearle en el partido contra Ravenclaw, pero era el asunto de Buckbeak lo que le daba más ganas de vencer a Malfoy delante de todo el colegio.

-¿Cómo es que no se están acuchillando ahora?- preguntó Marlene con curiosidad.
-Porque no es lo correcto, ¿qué ejemplo voy a darle a mis hijos? No quiero ser como mi padre y Snape odiándose hasta la tumba, no le veo sentido.
James se sintió avergonzado, pero Lily le dedicó una profunda a mirada a Harry, fuera de lo orgullosa que se sentía de él no pasó por alto el detalle, Snape y James, ambos, en sus tumbas. No habían sido ellos los únicos en morir. Severus no había sobrevivido. Y a pesar de todo, le dolió.

Nadie recordaba un partido precedido de una atmósfera tan cargada. Cuando las vacaciones terminaron, la tensión entre los equipos y entre sus respectivas casas estaba al rojo. En los corredores estallaban pequeñas peleas que culminaron en un desagradable incidente en el que un alumno de cuarto de Gryffindor y otro de sexto de Slytherin terminaron en la enfermería con puerros brotándoles de las orejas.

Sirius sonrió, el había comenzado con lo de los puerros en las orejas cuando estaba en segundo. Remus lo miró con cierto regaño, sabía lo que el ojigris estaba pensando y Lunático había sido la primera víctima accidental de ese torpe hechizo.

Harry lo pasaba especialmente mal. No podía ir a las aulas sin que algún Slytherin sacara la pierna y le pusiera la zancadilla. Crabbe y Goyle aparecían continuamente donde estaba él, y se alejaban arrastrando los pies, decepcionados, al verlo rodeado de gente. Wood había dado instrucciones para que Harry fuera acompañado a todas partes, por si los de Slytherin trataban de quitarlo de en medio. Toda la casa de Gryffindor aceptó la misión con entusiasmo, de forma que a Harry le resultaba imposible llegar a tiempo a las clases porque estaba rodeado de una inmensa y locuaz multitud. Estaba más preocupado por la seguridad de su Saeta de Fuego que por la suya propia. Cuando no volaba en ella, la tenía guardada con llave en su baúl, y a menudo volvía corriendo a la torre de Gryffindor para comprobar que seguía allí.

-Dios santo- bufó Lily- ¿es eso necesario acaso?- James abrió los ojos sorprendido- ¡No me refiero a que cuiden a Harry! Me refiero a si es necesario TANTO...entusiasmo por un tonto partido.
-¿Un tonto partido?- se quejaron James, Charlie y Harry a coro- ¡Era una final contra Slytherin!- Lily levantó las manos en defensa, no había forma de darle cordura a esos locos por la pelotita dorada.
  
La víspera del partido por la noche, en la sala común de Gryffindor, se abandonaron todas las actividades habituales. Incluso Hermione dejó sus libros.
—No puedo trabajar; no me puedo concentrar —dijo nerviosa.
Había mucho ruido. Fred y George Weasley habían reaccionado a la presión alborotando y gritando más que nunca.

-¿Recuerdan el día antes de que empezaran Hogwarts?- comentó Bill a Percy y Charlie que soltaron un bufido.
-No fue para tanto- se defendió Fred.
-Subieron a Ginny arriba del techo- la pelirroja rió.
-Fue genial,  agarré a Errol.
-Era una lechuza, las lechuzas vuelan, no tenías que dejar que te suban al techo a buscarla- la pelirroja se encogió de hombros.
-Tenía sentido cuando George me lo explicó.
-¿Te lo explicó?
-Sí, cuando ya estaba arriba del techo.
Harry y Ron rieron, mientras Molly regañaba a los gemelos por arriesgar de esa manera a su hermanita.

Oliver Wood estaba encogido en un rincón, encima de una maqueta del campo de quidditch, y con su varita mágica movía figurillas mientras hablaba consigo mismo. Angelina, Alicia y Katie se reían de las gracias de Fred y George. Harry estaba sentado con Ron y Hermione, algo alejado del barullo, tratando de no pensar en el día siguiente, porque cada vez que lo hacía le acometía la horrible sensación de que algo grande se esforzaba por salir de su estómago.
—Vas a hacer un buen partido —le dijo Hermione, aunque en realidad estaba aterrorizada.
—¡Tienes una Saeta de Fuego! —dijo Ron.
—Sí —admitió Harry.
Fue un alivio cuando Wood, de repente, se puso en pie y gritó:
—¡Jugadores! ¡A la cama!

-No pueden decirme que esto es normal- Sirius calló a Lily con un movimiento de mano y la pelirroja entrecerró los ojos.
-Lo siento cuñadita.
-Luego James es el pollerudo.

Harry no durmió bien. Primero soñó que se había quedado dormido y que Wood gritaba: «¿Dónde te habías metido? ¡Tuvimos que poner a Neville en tu puesto!» Luego soñó que Malfoy y el resto del equipo de Slytherin llegaban al terreno de juego montados en dragones.

Ron rió.
-Irónico considerando que nosotros...

-Ron, cállate.



 Volaba a una velocidad de vértigo, tratando de evitar las llamaradas de fuego que salían de la boca de la cabalgadura de Malfoy, cuando se dio cuenta de que había olvidado la Saeta de Fuego. Se cayó en el aire y se despertó con un sobresalto.

-Tienes unos sueños tan raros- Mary arrugó la nariz- ¿es que no puedes soñar que estas desnudo o que te persigue alguien? Ese es el tipo de pesadillas que tenemos todos.
-Harry desnudo no es una pesadilla- corrigió Ginny con una sonrisa pícara.
-Estas embarazada pelirroja, nos queda claro- cortó Canuto moviendo las cejas.

Tardó unos segundos en comprender que el partido aún no había empezado, que él estaba metido en la cama, y que al equipo de Slytherin no lo dejarían jugar montado en dragones. Tenía mucha sed. Lo más en silencio que pudo, se levantó y fue a servirse un poco de agua de la jarra de plata que había al pie de la ventana.
Los terrenos del colegio estaban tranquilos y silenciosos. Ni un soplo de viento azotaba la copa de los árboles del bosque prohibido. El sauce boxeador estaba quieto y tenía un aspecto inocente. Las condiciones para el partido parecían perfectas.

Charlie se tronó los dedos, se venía algo bueno.

Harry dejó el vaso y estaba a punto de volverse a la cama cuando algo le llamó la atención. Un animal que no podía distinguir bien rondaba por el plateado césped.
Harry corrió hasta su mesilla, cogió las gafas, se las puso y volvió a la ventana a toda prisa. Esperaba que no se tratara del Grim. No en aquel momento, horas antes del partido.
Miró los terrenos con detenimiento y tras un minuto de ansiosa búsqueda volvió a verlo. Rodeaba el bosque... no era el Grim ni mucho menos: era un gato. Harry se apoyó alivia­do en el alféizar de la ventana al reconocer aquella cola de brocha. Sólo era Patizambo.
Pero... ¿sólo era Crookshanks?

Todos miraban desconfiados al libro, conociendo a Harry, no podía ser algo tan sencillo como un gato. Había algo más.

Harry aguzó la vista y pegó la nariz al cristal de la ventana. Crookshanks estaba inmóvil. Harry estaba seguro de que había algo más moviéndose en la sombra de los árboles. Un instante después apareció: un perro negro, peludo y gigante que caminaba con sigilo por el césped.

James soltó una risa ronca.
-Menudo lío esta montándose ese perro tonto.
-Ese perro tonto hacía lo que podía-se ofendió Sirius.
-¿Qué tanto por un cucho?- Remus silenció el barullo.
-Dejen leer que ya entenderán todo.
Lunático miro tenso a su yo adulto, ¿se sabría que él era licántropo?...¿tendría que dejar Hogwarts?

 Crookshanks corría a su lado. Harry observó con atención. ¿Qué significaba aquello? Si Crookshanks también veía al perro, ¿cómo podía ser un augurio de la muerte de Harry?

-¿Qué con el gato?- susurró James confuso.
-Tenía pocos recursos y el bicho era agradable...para ser gato. Además era astuto.

—¡Ron! —susurró Harry—. ¡Ron, despierta!
—¿Mmm?
—¡Necesito que me digas si puedes ver una cosa!
—Está todo muy oscuro, Harry —dijo Ron con esfuer­zo—. ¿A qué te refieres?
—Ahí abajo...
Harry volvió a mirar por la ventana.
Crookshanks y el perro habían desaparecido. Harry se subió al alféizar para ver si estaban debajo, junto al muro del castillo. Pero no estaban allí. ¿Dónde se habrían metido?

-¿No eran imaginaciones, verdad?- preguntó Andrómeda- Se que estabas estresado y medio dormido, pero hay algo con ese perro, ese per...-los ojos grises fueron directo a su primo- Canis Major. (Aclaración, Sirius es la estrella más brillante del cielo y parte de la constelación Canis Major, Sirius es conocida como la estrella perro).
-Tardaste en entenderlo primita.
-¿Cómo es posible?
-Ya se sabrá todo.

Un fuerte ronquido le indicó que Ron había vuelto a dormirse.
-Siempre tan considerado- ironizó Fred.


Harry y el resto del equipo de Gryffindor fueron recibidos con una ovación al entrar por la mañana en el Gran Comedor. Harry no pudo dejar de sonreír cuando vio que los de las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff también les aplaudían.

Los nombrados sonrieron, si Slytherin era relegado es porque ellos habían elegido separarse y mirar con desdén al resto de las casas. Siempre era motivante patearle el trasero a unas viboritas presumidas.

Los de Slytherin les silbaron al pasar. Malfoy estaba incluso más pálido de lo habitual.
Wood se pasó el desayuno animando a sus jugadores a que comieran, pero él no probó nada. Luego les metió prisa para ir al campo antes de que los demás terminaran. Así po­drían hacerse una idea de las condiciones. Cuando salieron del Gran Comedor; volvieron a oír aplausos.
—¡Buena suerte, Harry! —le gritó Cho Chang. Harry se puso colorado.

Ginny soltó una palabrota y se ganó una mala mirada de sus padres.

—Muy bien..., el viento es insignificante. El sol pega algo fuerte y puede perjudicarnos la visión. Tened cuidado. El suelo está duro, nos permitirá un rápido despegue.
Wood recorrió el terreno de juego, mirando a su alrededor y con el equipo detrás. Vieron abrirse las puertas del castillo a lo lejos y al resto del colegio aproximándose al campo.
—¡A los vestuarios! —dijo Wood escuetamente. Nadie habló mientras se cambiaban y se ponían la túnica escarlata. Harry se preguntó si se sentirían como él: como si hubiera desayunado algo vivo. Antes de que se dieran cuenta, Wood les dijo:
—¡Ha llegado el momento! ¡Adelante...!

-¿Sin discurso? Normalmente los capitanes dan discursos motivacionales- comentó Charlie extrañado.
-O en el caso de James amenazan con bromas crueles durante todo el año si pierden.
-Lo mío nunca han sido los discursos- reflexionó Harry.
-Lo sé cariño- Ginny le acarició el cabello crespo de la nuca- vences a voldemort pero tienes pánico escénico.
-Eres la persona más rara que he conocido en mi vida.
-¿Es el hijo de estos dos que esperabas?- James y Lily miraron feo a Marlene que se hizo la desentendida.

Salieron al campo entre el rugido de la multitud. Tres cuartas partes de los espectadores llevaban escarapelas rojas, agitaban banderas rojas con el león de Gryffindor o enarbolaban pancartas con consignas como «ÁNIMO, GRYFFINDOR» y «LA COPA PARA LOS LEONES». Detrás de la meta de Slytherin, sin embargo, unas doscientas personas llevaban el verde; la serpiente plateada de Slytherin brillaba en sus banderas. El profesor Snape se sentaba en la primera fila, de verde como todos los demás y con una sonrisa macabra.

-¿En serio? Nunca vi a Snivellus con algo que no sea negro. Creo que te odia más a ti que al arcoiris, bien hecho cachorro.

—¡Y aquí llegan los de Gryffindor! —comentó Lee Jordan, que hacía de comentarista, como de costumbre—. ¡Potter, Bell, Johnson, Spinnet, los hermanos Weasley y Wood! Ampliamente reconocido como el mejor equipo que ha visto Hogwarts desde hace años.

Gryffindor entero vitoreó como si se tratara de su propio equipo mientras los gemelos y Harry alzaban los brazos recibiendo el aplauso orgullosos.

Los comentarios de Lee fueron ahogados por los abucheos de la casa de Slytherin—. ¡Y ahora entra en el terreno de juego el equipo de Slytherin, encabezado por su capitán Flint! Ha hecho algunos cambios en la alineación y parece inclinarse más por el tamaño que por la destreza. —Más abucheos de los hinchas de Slytherin. Harry, sin embargo, pensó que Lee tenía razón. Malfoy era el más pequeño del equipo de Slytherin. Los demás eran enormes.
—¡Capitanes, daos la mano! —ordenó la señora Hooch.
Flint y Wood se aproximaron y se estrecharon la mano con mucha fuerza, como si intentaran quebrarle al otro los dedos.

-Conozco el sentimiento- suspiró Ron, casi no sentía el meñique desde la última vez que había saludado a Krum.

—¡Montad en las escobas! —dijo la señora Hooch—. Tres... dos... uno...
El silbato quedó ahogado por el bramido de la multitud, al mismo tiempo que se levantaban en el aire catorce escobas. Harry sintió que el pelo se le disparaba hacia atrás. Con la emoción del vuelo se le pasaron los nervios. Miró a su alre­dedor. Malfoy estaba exactamente detrás. Harry se lanzó en busca de la snitch.

-Cincuenta puntos, recuerda- James cruzaba los dedos.

—Y Gryffindor tiene el quaffle. Alicia Spinnet, de Gryffindor; con el quaffle, se dirige hacia la meta de Slytherin. Alicia va bien encaminada. Ah, no. Warrington intercepta el quaffle. Warrington, de Slytherin, rasgando el aire. ¡ZAS! Buen trabajo con la bludger por parte de George Weasley. Warrington deja caer el quaffle Lo coge Johnson. Gryffindor vuelve a tenerlo. Vamos, Angelina. Un bonito quiebro a Mon­tagne. ¡Agáchate, Angelina, eso es una bludger! ¡HA MARCADO! ¡DIEZ A CERO PARA GRYFFINDOR!

-¡ESO ES!- Todos, menos los pocos Slytherin, festejaron.

Angelina golpeó el aire con el puño, mientras sobrevola­ba el extremo del campo. El mar escarlata que se extendía debajo de ella vociferaba de entusiasmo.
—¡AY!
Angelina casi se cayó de la escoba cuando Marcus Flint chocó contra ella.

-¡Eso es jugar sucio!- vociferó Sirius, McGonagall en lugar de callarlo, asintió.

—¡Perdón! —se disculpó Flint, mientras la multitud lo abucheaba—. ¡Perdona, no te vi!
Un momento después, Fred Weasley lanzó el bate hacia la nuca de Flint. La nariz de Flint dio en el palo de su propia escoba y comenzó a sangrar.

-¡ESO ES SOBRINO!- gritó Fabian- DURO CONTRA EL TROL.

—¡Basta! —gritó la señora Hooch, metiéndose en medio a toda velocidad—. ¡Penalti para Gryffindor por un ataque no provocado sobre su cazadora! ¡Penalti para Slytherin por agresión deliberada contra su cazador!

-¡No fue una agresión! ¡Fue devolverle la amabilidad!- se defendió Fred.

—¡No diga tonterías, señora! —gritó Fred. Pero la señora Hooch pitó y Alicia retrocedió para lanzar el penalti.
—¡Vamos, Alicia! —gritó Lee en medio del silencio que de repente se había hecho entre el público— SÍ, HA BATIDO AL GUARDAMETA! ¡VEINTE A CERO PARA GRYFFINDOR!

Otro griterío se desató. Mientras Lucius paraba de leer para soltar maldiciones, ¿en serio él tenía que leer esta porquería de partido?

Harry se dio la vuelta y vio que Flint, que seguía sangrando, volaba hacia delante para ejecutar el penalti. Wood estaba delante de la portería de Gryffindor; con las mandí­bulas apretadas.
—¡Wood es un soberbio guardameta! —dijo Lee Jordan a la multitud, mientras Flint aguardaba el silbato de la se­ñora Hooch—. ¡Soberbio! Será muy difícil parar este golpe, realmente muy difícil... ¡SÍ! ¡NO PUEDO CREERLO! ¡LO HA PARADO!

-¡ESO OLIVER! ¡YO LO INCORPORÉ AL EQUIPO! ¡ESE ES MI GUARDÍAN!- Gritó Charlie con orgullo, mientras la mesa aplaudía. Estaban tan excitados y emocionados como si ellos estuvieran viendo el partido.

Aliviado, Harry se alejó como una bala, buscando la snitch, pero asegurándose al mismo tiempo de que no se per­día ni una palabra de lo que decía Lee. Era esencial mantener a Malfoy apartado de la snitch hasta que Gryffindor sa­cara a Slytherin más de cincuenta puntos.
—Gryffindor tiene el quaffle, no, lo tiene Slytherin. ¡No! ¡Gryffindor vuelve a tenerlo, y es Katie Bell, Katie Bell lleva el quaffle! Va rápida como un rayo... ¡ESO HA SIDO INTEN­CIONADO!
Montague, un cazador de Slytherin, había hecho un quiebro delante de Katie y en vez de coger el quaffle, le había cogido a ella la cabeza. Katie dio una voltereta en el aire y consi­guió mantenerse en la escoba, pero dejó caer el quaffle.

-¡Eso ni siquiera es disimulable!- Lily se quejó indignada- ¿No hay una tarjeta roja?
-¿Tarjeta roja?- James la miró confuso.
-Cuando un jugador comete una falta grave en el f...en el deporte de muggles, se le saca una tarjeta roja y se echa del campo, y no puede remplazarlo nadie.
-Pelirroja, si hicieran eso Slytherin terminaría perdiendo por quedarse sin jugadores.

El silbato de la señora Hooch volvió a sonar; mientras se dirigía a Montague gritándole. Un minuto después, Katie metía otro gol de penalti al guardameta de Slytherin.
—¡TREINTA A CERO! ¡CHÚPATE ÉSA, TRAMPOSO!

Gritos de júbilo y algunas maldiciones de alegría se escucharon en el comedor de parte de las tres mesas llenas.

—¡Jordan, si no puedes comentar de manera neutral...!
—¡Lo cuento como es, profesora!
Harry sintió un vuelco de emoción. Acababa de ver la snitch. Brillaba a los pies de uno de los postes de la meta de Gryffindor. Pero aún no debía cogerla. Y si Malfoy la veía...
Simulando una expresión de concentración repentina, dio la vuelta con la Saeta de Fuego y se dirigió a toda veloci­dad hacia el extremo de Slytherin. Funcionó. Malfoy fue tras él como un bólido, creyendo que Harry había visto la snitch en aquel punto.

Lucius fulminó con la mirada a su hijo, niñato idiota, demasiada soberbia y poco cerebro.

¡ZUUUM!
Una de las bludgers, desviada por Derrick, el gigantesco golpe ador de Slytherin, se aproximó y le pasó a Harry rozando el oído derecho. Al momento siguiente...
¡ZUUUM!
La segunda bludger le había arañado el codo. El otro golpeador; Bole, se aproximaba.
Harry vio fugazmente a Bole y a Derrick, que se acerca­ban muy aprisa con los bates en alto.
En el último segundo viró con la Saeta, y Bole y Derrick se dieron un batacazo.

Gryffindor rió exageradamente, para remarcar la humillante manera en que Slytherin pensaba ganar.

—¡Ja,ja,ja! —rió Lee Jordan mientras los dos golpeado­res de Slytherin se separaban y alejaban, tambaleándose y agarrándose la cabeza—. Es una lástima, chicos. ¡Tendréis que espabilar mucho para vencer a una Saeta de Fuego! Y Gryffindor vuelve a tener el quaffle, porque Johnson lo ha recogido. Flint va a su lado. ¡Métele el dedo en el ojo, Angeli­na! ¡Era una broma, profesora, era una broma! ¡Oh, no! ¡Flint lleva el quaffle, va volando hacia la meta de Gryffindor! ¡Aho­ra, Wood, párala!
Pero Flint ya había marcado. Hubo un ovación en la par­te de Slytherin y Lee lanzó una expresión tan malsonante que la profesora McGonagall quiso quitarle el megáfono má­gico.

Gryffindor miró con cariño a la profesora, firme y severa sentía tanto amor por su casa y sus alumnos como poco maestros han sido capaces de sentir.

—¡Perdón, profesora, perdón! ¡No volverá a ocurrir! Veamos, Gryffindor va ganando por treinta a diez y ahora Gryffindor está en posesión del quaffle.
Se estaba convirtiendo en el partido más sucio que Harry había jugado. Indignados porque Gryffindor se hubiera ade­lantado tan pronto en el marcador; los de Slytherin estaban recurriendo a cualquier medio para apoderarse del quaffle.

-Estupidos Slytherin, ¿Serpientes? RATAS RASTRERAS ESO ES LO QUE SON- gritó Canuto, secundado por los gritos indignados de los Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff.

Bole golpeó a Alicia con el bate y arguyó que la había confun­dido con una bludger. George Weasley, para vengarse, dio a Bole un codazo en la cara. La señora Hooch castigó a los dos equipos con sendos penaltis, y Wood logró evitar otro tanto espectacular; consiguiendo que la puntuación quedara en 40 a 10 a favor de Gryffindor.
La snitch había vuelto a desaparecer. Malfoy seguía de cerca a Harry, mientras éste sobrevolaba el campo de juego buscándola. En cuanto Gryffindor le sacara a Slytherin cin­cuenta puntos...

En el comedor no volaba una mosca, todos estaban cruzando los dedos, atentos a la lectura y solo hablaban para soltar alguna palabrota por los trucos sucios que Slytherin usaba.

Katie marcó: 50 a 10. Fred y George Weasley bajaron en picado para situarse a su lado, con los bates en alto por si a alguno de Slytherin se le ocurría tomar represalias. Bole y Derrick aprovecharon la ausencia de Fred y George para lanzar a Wood las dos bludgers. Le dieron en el estómago, primero una y después la otra. Wood dio una vuelta en el aire, sujetándose a la escoba, sin resuello.
La señora Hooch estaba fuera de sí.
—¡Sólo se puede atacar al guardameta cuando el quaffle está dentro del área!       —gritó a Boyle y a Derrick—. ¡Penalti para Gryffindor!
Y Angelina marcó: 60 a 10. Momentos después, Fred Weas­ley lanzaba a Warrington una bludger, quitándole el quaffle de las manos. Alicia la cogió y volvió a marcar: 70 a 10.

-Bien, Harry, tu puedes- James miró a su hijo.
-No lo presiones James.
-No lo presiono, se de lo que es capaz, él puede.

La afición de Gryffindor estaba ronca de tanto gritar. Gryffindor sacaba sesenta puntos de ventaja. Y si Harry co­gía la snitch, la copa era suya. Harry notaba que cientos de ojos seguían sus movimientos mientras sobrevolaba el cam­po por encima del nivel de juego, con Malfoy siguiéndolo a toda velocidad.
Y entonces la vio: la snitch brillaba a siete metros por encima de él.
Harry aceleró con el viento rugiendo en sus orejas. Esti­ró la mano, pero de repente la Saeta de Fuego redujo la velo­cidad.
Horrorizado, miró alrededor. Malfoy se había lanzado hacia delante, había cogido la cola de la Saeta y tiraba de ella.
—¡Serás...!

-¡Esa es una artimaña muy sucia rubio oxigenado!- gritó Marlene enfurecida- ¡Si serás insoportable tú...tú...
-Hurón- sugirió Ron, para finalizar el insulto.
-¿Hurón?- Dorcas lo miró confundida.
-Tendrá sentido en el próximo libro.

Harry estaba lo bastante enfadado para golpear a Mal­foy, pero no lo podía alcanzar. Malfoy jadeaba por el esfuerzo de sujetar la Saeta de Fuego, pero tenía un brillo de malicia en los ojos. Había logrado lo que quería: la snitch había vuel­to a desaparecer.
—¡Penalti! ¡Penalti a favor de Gryffindor! ¡Nunca he vis­to tácticas semejantes!    —chilló la señora Hooch, saliendo disparada hacia el punto donde Malfoy volvía montar en su Nimbus 2.001.
~¡SO CERDO, SO TRAMPOSO! —gritaba Lee Jordan por el megáfono, alejándose de la profesora McGonagall—. ¡AS­QUEROSO HIJ. ..!
La profesora McGonagall ni siquiera se molestó en de­cirle que se callara.

-¡Vamos Minnie! Esta enfurecida, pégale a Snape- animó Sirius.
-No voy a pegarle a Snape, señor Black.
-Yo me refería el verde del libro, pero si quiere con este yo le ayudo.
-No vamos a pegarle a nadie señor Black.

La verdad es que levantaba el puño en dirección a Malfoy. Se le había caído el sombrero y también ella gritaba furiosa.
Alicia lanzó el penalti de Gryffindor; pero estaba tan en­fadada que lo envió fuera. El equipo de Gryffindor perdía concentración, y los de Slytherin, entusiasmados por la falta de Malfoy contra Harry, cada vez se atrevían a más.
—Slytherin en posesión del quaffle, Slytherin se dirige a la meta... Montague marca —gruñó Lee—: 70 a 20 a favor de Gryffindor...
Harry marcaba en ese momento a Malfoy desde tan cer­ca que sus rodillas chocaban. Harry no iba a dejar que Mal­foy se acercara a la snitch...
—¡Quítate de en medio, Potter! —gritó Malfoy con enojo, e intentó dar la vuelta, pero encontró a Harry bloqueándole el paso.

-Ya claro, espera que vaya a darte permiso- Fabian puso los ojos en blanco- no les da ni para el juego sucio.

—Angelina Johnson coge el quaffle. ¡Vamos, Angelina! ¡VAMOS!
Harry miró a su alrededor. Excepto Malfoy, todos los ju­gadores de Slytherin, incluido el guardameta, habían salido disparados contra Angelina. Iban a bloquearla.
Harry dio la vuelta a la Saeta de Fuego, se agachó hasta quedar paralelo al palo de la escoba y se lanzó hacia delante. Como una bala, se dirigió en dirección a los de Slytherin.
—¡VOOOOOY!
Se dispersaron cuando la Saeta de Fuego se lanzó con­tra ellos como un torpedo. El camino de Angelina quedó des­pejado.
—¡HA MARCADO!, ¡HA MARCADO! ¡Gryffindor en cabeza por 80 a 20!
Harry, que casi salió despedido hacia las gradas, frenó en el aire bruscamente, dio la vuelta y regresó veloz al centro del campo.

-Que belleza de escoba- suspiró embelesado Charlie, como estaban todos los amantes de quidditch.

Y entonces vio algo como para pararle el corazón. Mal­foy bajaba a toda velocidad con una expresión de triunfo en la cara. Allí, a unos metros del suelo, había un resplandor dorado.
Harry orientó hacia abajo el rumbo de su saeta, pero Malfoy le llevaba muchísima ventaja.
—¡Vamos!, ¡vamos!, ¡vamos! —dijo para espolear a la escoba. Ya reducía la distancia...
Harry se pegó al palo de la escoba cuando Bole le lanzó una bludger... estaba ya ante los tobillos de Malfoy... a su misma altura...
Harry se echó hacia delante, soltando las dos manos de la escoba. Desvió de un golpe el brazo de Malfoy y..
—¡SÍ!
Recuperó la horizontal, con la mano en el aire, y el esta­dio se vino abajo. Harry sobrevoló a la multitud con un extraño zumbido en los oídos. La pequeña pelota dorada estaba fuertemente sujeta en su puño, batiendo las alas desespera­damente contra sus dedos.

El gran comedor estalló en un rugido de júbilo, se levantaron de sus asientos para abrazarse y festejar como si tuvieran la copa frente a ellos.
Lucius tiró el libro al suelo.
-No pienso seguir leyendo.
Astoria lo recogió, miró reprobativamente a su suegro y se acomodó para leer.

Wood se acercó a él a toda velocidad, casi cegado por las lágrimas; cogió por el cuello a Harry y sollozó en su hombro irrefrenablemente. Harry sintió dos golpes en la espalda cuando Fred y George se acercaron. Luego oyó las voces de Angelina, Alicia y Katie:
—¡Hemos ganado la copa! ¡Hemos ganado la copa!
Atrapado en un abrazo colectivo, el equipo de Gryffindor bajó a tierra dando gritos con la voz quebrada.
Los grupos de hinchas del equipo escarlata saltaban ya las barreras y entraban en el terreno de juego. Multitud de manos palmeaban las espaldas de los jugadores. Harry esta­ba aturdido por el ruido y la multitud de cuerpos que lo apre­taban. La afición los subió en hombros a él y al resto del equipo. Cuando pudo ver algo, vio a Hagrid cubierto de esca­rapelas rojas:
—¡Los has vencido, Harry! ¡Los has vencido! ¡Cuando se lo cuente a Buckbeak...!


-¡ESE ES MI CACHORRO!- Sirius le besó la coronilla de pura felicidad mientras James casi le arranca el hombro para abrazarlo, incluso Remus lo felicitó efusivamente.

Allí estaba Percy, dando saltos como un loco, olvidado de su dignidad. La profesora McGonagall sollozaba incluso más sonoramente que Wood, y se secaba los ojos con una enorme bandera de Gryffindor. Y allí, abriéndose camino hacia Harry; se encontraban Ron y Hermione. No podían articular palabra. Se limitaron a sonreír mientras Harry era conduci­do a las gradas, donde Dumbledore esperaba de pie, con la enorme copa de quidditch.
Si hubiera habido un dementor por allí... Mientras Wood le pasaba la copa a Harry, sin dejar de sollozar; mientras la elevaba en el aire, Harry pensó que podía materializar al patronus más robusto del mundo.

Dumbledore no silenció el bullicio, a pesar de ser un director que pretendía ser imparcial, no podía negar lo mucho que le alegraba que Gryffindor hubiese ganado, le palmeó la espalda a una, realmente muy feliz, minerva y dejó que el éxtasis adolescente llenara cada rincón del comedor.

Ya podrían leer más capítulos más adelante.

14 comentarios:

  1. Wow... Genial... Amo tu fic y estoy esperando mañana!!!!

    Besos y abrazos
    -N-
    Nox

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Me gusto. Actualiza más seguido. Cual es la segunda parte? Y el lunes vas a subir otro cap?

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  4. Decir que amo tu trabajo, es poco para lo que en verdad siento por el trabajo que estas realizando.
    Espero que nunca de los nunca abandones lo que estas haciendo. Aunque sea la primera vez que dejo un comentario, de lo cual tengo una escusa, debo admitir que a cada rato ando entrando a tu pagina para poder ver si ya has actualizado.
    Enserio disfruto con lo que haces.
    Nos leemos.

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  5. esperando impaciente el siguiente capitulo, me esta gustando mucho

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  6. Oh dios! espero que no tardes en actualizar el cap :D !

    Esta super emocionante

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  7. ¡Maravilloso!, realmente genial. Te lo juro me he desvelado mas de 3 noches por leer cada uno de tus capitulos y lamento no haber comentado hasta ahora pero es que tus historias son tan ashjahjs que simplemente no puedo parar de leer.

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  8. Por favor actualiza, me estoy muriendo por saber que va a pasar, como van a reaccionar, es todo tan ladnkwdn

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  9. Espero que la sigas pronto!! Amo tus novelas. Y disfruto mucho de estas.

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  10. me encnato espeo subas la cotni pronto porque l oame nos leemos en el proxio capi byee ^^

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  11. Me encanto, siguela porfa ����

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  12. -Lumos-
    Amooo la historia!!! Es la milésima vez que la leo y no puedo creer lo mucho que me encanta!!! Porfis continuala, te juro q no podría aguantar si no actualizas más, te juro que amo tus fics... son los mejores.
    -Nox-

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