jueves, 14 de enero de 2016

Harry Potter y el prisionero de Azkaban- Cap 13

Aclaración: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen a Jo Rowling, yo solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.


Harry Potter y el Prisionero de Azkaban


Capitulo XIII: "Gryffindor contra Ravenclaw"

-Hola Siriusin- Marlene se acercó con un retintín- ¿Qué tal tu vida de prófugo?- Sirius se encogió de hombros.

-Lo usual, ¿qué tal tu vida de futura difunta?- Marlene repitió el gesto.

-Lo usual. -Marlene se sentó a su lado y removió las manos nerviosa- Oye, se que tú y yo somos amigos hace años, bueno con el otro tú pero eres tú al fin y al cabo, el caso es que si se lo dijera al Sirius que yo conozco probablemente se reiría de mi... solo quiero que sepas que lamento mucho lo que te sucedió y que yo confío ciegamente en que tú eres inocente y no importa lo que pase en el futuro, yo sé que eres inocente...en ese aspecto al menos. Y que si no muero, puedes contar conmigo.

-Rubia...Yo realmente sufrí mucho cuando tú... cuando sucedió. Sabes que te quiero- Marlene negó con la cabeza.

-Los años te han ablandado cachorrito.

Sirius sonrió, él y Marlene nunca tuvieron ni llegarían a tener algo como James y Lily, no era ese tipo de amor, era más bien una complicidad en la impulsividad y un hombro en la nostalgia, una relación de amor y odio que nunca llegaría a nada porque amaban demasiado la libertad como para aferrarse a cualquier otra persona.

-¿Quién va a leer?- Sirius levantó la mano de un salto y McGonagall alzó una ceja- Nunca lo he visto tan ansioso por responder la pregunta de un profesor, Señor Black.

-Es que creo que sé lo que viene y quiero tener algo para defenderme de la zanahoria enfurecida- señaló con la cabeza a Lily que le dedicó una mirada fulminante- ¿Ve? Ni empezamos y ya quiere golpearme. Deme eso- tomó el libro y carraspeó- El capítulo se llama Gryffindor contra Ravenclaw.

-Bueno, eso es algo nuevo para variar- Andrómeda estaba aburrida de la absurda rivalidad entre Gryffindor y Slytherin.

Parecía el fin de la amistad entre Ron y Hermione. Estaban tan enfadados que Harry no veía ninguna posibilidad de reconciliarlos.

A Ron le enfurecía que Hermione no se hubiera tomado en ningún momento en serio los esfuerzos de Crookshanks por comerse a Scabbers, que no se hubiera preocupado por vigilarlo, y que todavía insistiera en la inocencia de Crookshanks y en que Ron tenía que buscar a Scabbers debajo de las camas.

-Bueno, puede que yo no haya sido del todo considerada con tu mascota- aceptó la castaña.

-¿Necesite todos estos años para que aceptaras eso? Y considerando lo que sucedió después...

-¿Sientes más cariño por Crookshanks?

-Menos odio.

Hermione, en tanto, sostenía con encono que Ron no tenía ninguna prueba de que Crookshanks se hubiera comido a Scabbers, que los pelos canela podían encontrarse allí desde Navidad y que Ron había cogido ojeriza a su gato desde el momento en que éste se le había echado a la cabeza en la tienda de animales mágicos.

-Oh por Godric Gryffindor- bufó Fabian- ¿Tendremos más de este juego de gatos y ratones? De verdad, con todo lo que pasa ¿por qué demonios tienen tanta relevancia esos bichejos?

En cuanto a él, Harry estaba convencido de que Crooks­hanks se había comido a Scabbers, y cuando intentó que Hermione comprendiera que todos los indicios parecían de­mostrarlo, la muchacha se enfadó con Harry también.

-Hay veces que no entiendo como son tan maduros para algunas cosas y tan infantiles para otras -comentó Dorcas.


—¡Ya sabía que te pondrías de parte de Ron! —chilló Hermione—. Primero la Saeta de Fuego, ahora Scabbers, todo es culpa mía, ¿verdad? Lo único que te pido, Harry, es que me dejes en paz. Tengo mucho que hacer.

-¡Es que mi gato estaba siendo injustamente acusado!- Sirius rodó los ojos.
-Muñeca, yo también y no me defendiste con tanta emoción.

Ron estaba muy afectado por la pérdida de su rata.

—Vamos, Ron. Siempre te quejabas de lo aburrida que era Scabbers —dijo Fred, con intención de animarlo—. Y ade­más llevaba mucho tiempo descolorida. Se estaba consu­miendo. Sin duda ha sido mejor para ella morir rápidamen­te. Un bocado... y no se dio ni cuenta.

Bill largó una carcajada.
-Linda forma de animarlo, idiota.

—¡Fred! —exclamó Ginny indignada.

—Lo único que hacía era comer y dormir; Ron. Tú tam­bién lo decías —intervino George.

—¡En una ocasión mordió a Goyle! —dijo Ron con triste­za—. ¿Te acuerdas, Harry?

—Sí, es verdad —respondió Harry.

-Oye, ¿Por qué crees que él hizo eso?- Harry se encogió de hombros y miró a Sirius buscando una respuesta.
-Digamos que el padre de Goyle fue especialmente idiota con él, es natural que el cobarde se desquitara con su hijo...PORQUE SOLO LOS COBARDES SE DESQUITAN CON LOS HIJOS DE OTROS, Y NO ES UNA INDIRECTA QUEJICUS- James largó una carcajada, mientras Remus apretó la mandíbula para no reír.

—Fue su momento grandioso —comentó Fred, inca­paz de contener una sonrisa—. La cicatriz que tiene Goyle en el dedo quedará como un último tributo a su memoria. Venga, Ron. Vete a Hogsmeade y cómprate otra rata. ¿Para qué lamentarse tanto?

-Eh, los animales no son calcetines, no puedes suplantar uno por otro- criticó Charlie.

En un desesperado intento de animar a Ron, Harry lo persuadió de que acudiera al último entrenamiento del equi­po de Gryffindor antes del partido contra Ravenclaw, y po­dría dar una vuelta en la Saeta de Fuego cuando hubieran terminado. Esto alegró a Ron durante un rato («¡Estupendo! ¿podré marcar goles montado en ella?»). Así que se encami­naron juntos hacia el campo de quidditch.

-Por fin algo interesante.

La señora Hooch, que seguía supervisando los entrena­mientos de Gryffindor para cuidar de Harry, estaba tan im­presionada por la Saeta de Fuego como todos los demás. La tomó en sus manos antes del comienzo y les dio su opinión profesional.

—¡Mirad qué equilibrio! Si la serie Nimbus tiene un de­fecto, es esa tendencia a escorar hacia la cola. Cuando tienen ya unos años, desarrollan una resistencia al avance. También han actualizado el palo, que es algo más delgado que el de las Barredoras. Me recuerda el de la vieja Flecha Plateada. Es una pena que dejaran de fabricarlas. Yo aprendí a volar en una y también era una escoba excelente...

-Oh, yo tuve una Flecha Plateada, era una gran escoba...

-¿James?

-¿Si, Lily?

-No es como interese mucho esa información.

Siguió hablando de esta manera durante un rato, hasta que Wood dijo:

—Señora Hooch, ¿le puede devolver a Harry la Saeta de Fuego? Tenemos que entrenar.

—Sí, claro. Toma, Potter —dijo la señora Hooch—. Me sentaré aquí con Weasley...

Ella y Ron abandonaron el campo y se sentaron en las gradas, y el equipo de Gryffindor rodeó a Wood para recibir las últimas instrucciones para el partido del día siguiente.

—Harry, acabo de enterarme de quién será el buscador de Ravenclaw. Es Cho Chang.

Ginny soltó un gruñido y Harry la miró divertido: -¿De qué te ríes?
-¿Algo que mencionar, cachorro?- Harry miró feo a Canuto.
-Solo fuimos amigos...cercanos.
-Linda forma de decir que te tiraste a esa zorra estúpida llorona y antipática- Ginny frunció la nariz.
-Bien, eres más imaginativa, yo solo suelo pensar que tus exs mordieron el polvo porque tú estás aquí conmigo.
-También lo pienso cariño, pero no quita que sea una zorra estúpida llorona y antipática.

Es una alumna de cuarto y es bastante buena.

-Y estaba bastante buena- Fred carraspeó por la mirada envenenada de Ginny.
-¿Cómo puedes decir que la ex de tu cuñado es atractiva? ¿Pretendes destruir el autoestima de tu hermana?- criticó Hermione.
-Es mi hermana, un escarabajo es más atractivo que ella, le cambié los pañales.
-¿Sabes Fred? Sabes cómo destruir y pisotear la sensualidad de una mujer.

Yo esperaba que no se encontrara en forma, porque ha tenido algunas lesiones. —Wood frunció el entre­cejo para expresar su disgusto ante la total recuperación de Cho Chang, y luego dijo—: Por otra parte, monta una Come­ta 260, que al lado de la Saeta de Fuego parece un juguete.—Echó a la escoba una mirada de ferviente admiración y dijo—: ¡Vamos!

Y por fin Harry montó en la Saeta de Fuego y se elevó del suelo.

Todos los amantes del Quidditch estaban esperando este ansiado momento.

Era mejor de lo que había soñado. La Saeta giraba al más ligero roce. Parecía obedecer más a sus pensamientos que a sus manos. Corrió por el terreno de juego a tal veloci­dad que el estadio se convirtió en una mancha verde y gris. Harry le dio un viraje tan brusco que Alicia Spinnet profirió un grito. A continuación descendió en picado con perfecto control y rozó el césped con los pies antes de volver a elevarse diez, quince, veinte metros.

-Es perfecta -susurraron varios, a lo que otros tanto rodaron los ojos.

—¡Harry, suelto la snitch! —gritó Wood.

Harry se volvió y corrió junto a una bludger hacia la por­tería. La adelantó con facilidad, vio la snitch que salía dispa­rada por detrás de Wood y al cabo de diez segundos la tenía en la mano.

El equipo lo vitoreó entusiasmado. Harry soltó la snitch, le dio un minuto de ventaja y se lanzó tras ella esquivando al resto del equipo. La localizó cerca de una rodilla de Katie Bell, dio un rodeo y volvió a atraparla.

-Harry la escoba será muy buena pero si alguien no tiene talento no sirve, eres tú el que maneja la escoba -Harry sonrió en agradecimiento a su padre- Y eres mi hijo, no podías jugar mal.
-También es mi hijo James y yo no alcanzo a subirme a una escoba que ya me caigo.
-Tu madre es patosa, tuvimos suerte contigo.  

Fue la mejor sesión de entrenamiento que habían teni­do nunca. El equipo, animado por la presencia de la Saeta de Fuego, realizó los mejores movimientos de forma impecable, y cuando descendieron, Wood no tenía una sola crítica que hacer, lo cual, como señaló George Weasley, era una absoluta novedad.

-Oliver podía ser un verdadero fastidio cuando se lo proponía -se quejó George.

—No sé qué problema podríamos tener mañana —dijo Wood—. Tan sólo... Harry, has resuelto tu problema con los dementores, ¿verdad?

—Sí —dijo Harry, pensando en su débil patronus y la­mentando que no fuera más fuerte.

-Es mucho más de lo que han logrado magos mucho más grandes que tú -dijo Remus a Harry, este quería recordarles que ya no era el niño del que hablaban en el libro.

—Los dementores no volverán a aparecer; Oliver. Dum­bledore se irritaría —dijo Fred con total seguridad.

—Esperemos que no —dijo Wood—. En cualquier caso, todo el mundo ha hecho un buen trabajo. Ahora volvamos a la torre. Hay que acostarse temprano...

—Me voy a quedar un ratito. Ron quiere probar la Saeta —comentó Harry a Wood.

Molly sonrió.
-Eras un niño muy amable, siempre compartiste tus cosas.
-Señora Weasley, Ron también compartió mucho conmigo y no eran cosas que se compraran en una tienda. Me dio a su familia.
-Sí pero te lo tomaste muy a pecho con Ginny- bufó Ron.  

Y mientras el resto del equipo se encaminaba a los ves­tuarios, Harry fue hacia Ron, que saltó la barrera de las tri­bunas y se dirigió hacia él.

La señora Hooch se había quedado dormida en el asiento.

—Ten —le dijo Harry entregándole la Saeta de Fuego.

Ron montó en la escoba con cara de emoción y salió zum­bando en la noche, que empezaba a caer, mientras Harry paseaba por el extremo del campo, observándolo. Cuando la señora Hooch despertó sobresaltada ya era completamente de noche. Riñó a Harry y a Ron por no despertarla y los obli­gó a volver al castillo.

Harry se echó al hombro la Saeta de Fuego y los dos sa­lieron del estadio a oscuras, comentando el suave movimien­to de la Saeta, su formidable aceleración y su viraje milimétrico. Estaban a mitad de camino cuando Harry, al mirar hacia la izquierda, vio algo que le hizo dar un brinco: dos ojos que brillaban en la oscuridad. Se detuvo en seco. El corazón le latía con fuerza.

-¿Y ahora qué? ¿Un murciélago gigante?- ironizó Marlene.
-No, seguro que Quejicus ya se había acostado- la rubia alzó la ceja.
-¿Ese mal chiste era necesario?

—¿Qué ocurre? —dijo Ron.

Harry señaló hacia los ojos. Ron sacó la varita y musitó:

—¡Lumos!

Un rayo de luz se extendió sobre la hierba, llegó hasta la base de un árbol e iluminó sus ramas. Allí, oculto en el fo­llaje, estaba Crookshanks.

-Voy a encerrar a ese gato y a ustedes dos- Dorcas señaló a Ron y Hermione- si no dejan de destrozar mi paciencia.


—¡Sal de ahí! —gritó Ron, agachándose y cogiendo una piedra del suelo. Pero antes de que pudiera hacer nada, Crookshanks se había desvanecido con un susurro de su lar­ga cola canela.

—¿Lo ves? —dijo Ron furioso, tirando la piedra al sue­lo—. Aún le permite andar a sus anchas. Seguramente pien­sa acompañar los restos de Scabbers con un par de pájaros.

Harry no respondió. Respiró aliviado. Durante unos segundos había creído que aquellos ojos eran los del Grim. Si­guieron hacia el castillo. Avergonzado por su instante de terror, Harry no explicó nada a su amigo. Tampoco miró a derecha ni a izquierda hasta que llegaron al bien iluminado vestíbulo.

-Vas a matar a tu ahijado de un síncope.
-Cállate Lunático.

•   •   •

Al día siguiente, Harry bajó a desayunar con los demás chicos de su dormitorio, que por lo visto pensaban que la Saeta de Fuego era merecedora de una especie de guardia de honor. Al entrar Harry en el Gran Comedor; todos se volvieron a mirar la Saeta de Fuego, murmurando emocionados. Harry vio con satisfacción que los del equipo de Slytherin estaban atónitos.

—¿Le has visto la cara? —le preguntó Ron con alegría, volviéndose para mirar a Malfoy—. ¡No se lo puede creer! ¡Es estupendo!

Draco negó con la cabeza. Weasley siempre sería un idiota.


Wood también estaba orgulloso de la Saeta de Fuego.

—Déjala aquí, Harry —dijo, poniendo la escoba en el centro de la mesa y dándole la vuelta con cuidado, para que el nombre quedara visible. Los de Ravenclaw y Hufflepuff se acercaron para verla. Cedric Diggory fue a felicitar a Harry por haber conseguido un sustituto tan soberbio para su Nim­bus.

-En retrospectiva, Cedric era alguien noble y para nada envidioso- Seamus suspiró, muchas veces durante el torneo habían criticado a Cedric a sus espaldas.

Y la novia de Percy, Penelope Clearwater, de Ravenclaw, pidió permiso para cogerla.

-¿Delante de su novio?- los adultos miraron a Sirius atónitos, antes de largarse a reír a carcajadas, mientras los más pequeños miraban desconcertados.
-Eres el malditamente mejor tipo del universo- felicitó James secándose las lagrimas que se le escapaban de reír.

—Sin sabotajes, ¿eh, Penelope? —le dijo efusivamente Percy mientras la joven examinaba detenidamente la Saeta de Fuego—. Penelope y yo hemos hecho una apuesta —dijo al equipo—. Diez galeones a ver quién gana.

Penelope dejó la Saeta de Fuego, le dio las gracias a Harry y volvió a la mesa.

—Harry, procura ganar —le dijo Percy en un susurro apremiante—, porque no tengo diez galeones. ¡Ya voy, Penelope! —Y fue con ella al terminarse la tostada.

-Pollerudo- Percy fulminó a George con la mirada- ¿Pollerudo? ¿Quién ha dicho semejante cosa de mi hermanito mayor?

—¿Estás seguro de que puedes manejarla, Potter? —dijo una voz fría y arrastrada.
Draco Malfoy se había acercado para ver mejor; y Crabbe y Goyle estaban detrás de él.

—Sí, creo que sí —contestó Harry.

—Muchas características especiales, ¿verdad? —dijo Malfoy, con un brillo de malicia en los ojos—. Es una pena que no incluya paracaídas, por si aparece algún dementor.
Crabbe y Goyle se rieron.

—Y es una pena que no tengas tres brazos —le contestó Harry—. De esa forma podrías coger la snitch.

-BOOM- Canuto golpeó el puño contra la mesa- Así se le rompe el ego a una viborita.


El equipo de Gryffindor se rió con ganas. Malfoy entornó sus ojos claros y se marchó ofendido. Lo vieron reunirse con los demás jugadores de Slytherin, que juntaron las cabezas, seguramente para preguntarle a Malfoy si la escoba de Harry era de verdad una Saeta de Fuego.

-No es un escobillón barato- Dorcas puso los ojos en blanco.

A las once menos cuarto el equipo de Gryffindor se dirigió a los vestuarios. El tiempo no podía ser más distinto del que había imperado en el partido contra Hufflepuff. Hacía un día fresco y despejado, con una brisa muy ligera. Esta vez no habría problemas de visibilidad, y Harry, aunque estaba nervioso, empezaba a sentir la emoción que sólo podía producir un partido de quidditch. Oían al resto del colegio que se dirigía al estadio. Harry se quitó las ropas negras del cole­gio, sacó del bolsillo la varita y se la metió dentro de la cami­seta que iba a llevar bajo las ropas de quidditch.

Ginny sonrió.
-Te veías apuesto con el uniforme. Aunque el de auror es aún más bonito -Ron fingió vomitar- Que a ti el uniforme te quede como bolsa de papas no significa que a mi marido no le siente genial.
-¿Es qué nunca dejan de pelear?- cortó Bill- compórtense. Ron, Ginny esta embarazada déjala decir lo que quiera.
-Ron también esta embarazad... Oh no, solo es su barriga.
-Ginevra Weasley, detente ahora mismo- regañó su madre- y tú también Ronald Bilius.
-Si mamá- ambos dijeron a coro, no importa la edad siempre es igual de temible cuando tu madre usa tu nombre completo.

 Esperaba no necesitarla. Se preguntó de repente si el profesor Lupin estaría entre el público viendo el partido.

—Ya sabéis lo que tenéis que hacer —dijo Wood cuando se disponían a salir del vestuario—. Si perdemos este parti­do, estamos eliminados. Sólo... sólo tenéis que hacerlo como en el entrenamiento de ayer y todo irá de perlas.

-Pero sin presiones -se burló George.

Salieron al campo y fueron recibidos con un aplauso tu­multuoso. El equipo de Ravenclaw, de color azul, aguarda­ba ya en el campo. La buscadora, Cho Chang, era la única chi­ca del equipo y a pesar de los nervios, no pudo dejar de notar que era muy guapa.

Ginny carraspeó.
-Cho no te llega ni a las suela de los zapatos, Gin. Sabes que ninguna mujer se te ha comparado y si estuve con ella es porque tú eras muy joven en aquel entonces.
Harry le besó la frente, apaciguando a la fierecilla pelirroja que tenía por esposa.

Ella le sonrió cuando los equipos se ali­nearon uno frente al otro, detrás de sus capitanes, y sintió una ligera sacudida en el estómago que no creyó que tuviera nada que ver con los nervios.

-UHHH UHHH- se burló Sirius.
-Calla que pareces lechuza. Sigue leyendo antes de que la pelirroja se sulfate- Marlene señaló con la cabeza a Ginny, que tenía el ceño fruncido.

—Wood, Davies, daos la mano —ordenó la señora Hooch.

Fue el turno de Bill de carraspear celoso. No le gustaba el hecho de que el tal Davies hubiese ido con su esposa al baile.

Y Wood le estrechó la mano al capitán de Ravenclaw.

—Montad en las escobas... Cuando suene el silbato... ¡Tres, dos, uno!

Harry despegó del suelo y la Saeta de Fuego se levantó más rápido que ninguna otra escoba. Planeó por el estadio y empezó a buscar la snitch, escuchando todo el tiempo los comentarios de Lee Jordan, el amigo de los gemelos Fred y George:

—Han empezado a jugar y el objeto de expectación en este partido es la Saeta de Fuego que monta Harry Potter, del equipo de Gryffindor. Según la revista El mundo de la escoba, la Saeta es la escoba elegida por los equipos nacionales para el campeonato mundial de este año.

-Los comentarios de Lee fueron los mejores -decía Ron sonriendo.

-Aunque hay que admitir que los de Luna eran muy buenos.

-Me reí mucho con sus comentarios -dijo Ron dándole la razón a su hermana.

—Jordan, ¿te importaría explicar lo que ocurre en el partido? —interrumpió la voz de la profesora McGonagall.

—Tiene razón, profesora. Sólo daba algo de información complementaria. La Saeta de Fuego, por cierto, está dotada de frenos automáticos y...

—¡Jordan!

—Vale, vale.


McGonagall suspiró, tendría que tener paciencia de santa o se volvería loca. 

_______________________________________________________________-

Nota de autora: Se que mi tardanza es casi una falta de respeto, pero estoy de mudanza y mi casa esta patas para arriba, mañana ya subo la parte que me falta del capítulo. 
Espero que todos hayan tenido una hermosa navidad y año nuevo.

Capitulo dedicado al impresionante Alan Rickman que falleció hoy y la noticia rompió mi corazón.  

14 comentarios:

  1. A mi tambien me rompio el corazon por la muerte de alan rickman que descanse en paz

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  2. Me gusto el capítulo, porfavor subí lo más pronto posible la otra parte, estoy de los nervios.gracias

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  3. El capitulo es fabuloso, y la nota de autora volvió a romper mi corazón </3

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  4. El capitulo me encantó sigue cuando puedas ;-)

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  5. Jajajaja Sirius es un lokisho
    -Siempre tan sexy... Me mato jajaja
    Comparto tu pena por el fallecimiento de este estupendo actor.
    :(

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  6. Yo estoy esperando poder leer, el del "El beso del dementor"

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  7. Yo estoy esperando poder leer, el del "El beso del dementor"

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  8. Yo estoy esperando poder leer, el del "El beso del dementor"

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  9. Estoy esperando el siguiente capítulo��

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  10. Hola, disculpa. Este capítulo no esta completo. Gracias sólo quería informarte o saber si era algún problema que yo tenía

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  11. Hola, comento solo para decir lo mismo que el comentario de arriba este capítulo no está completo ��

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