domingo, 15 de noviembre de 2015

Harry Potter y el prisionero de Azkaban- Cap 12

Aclaración: Bueno todos los personajes y los libros que leen pertenecen a Jo Rowling, yo solo lo traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con las intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.
Espero disfruten, recuerden que voy subiendo las partes del capítulo en la misma entrada.


Harry Potter y el Prisionero de Azkaban


Capitulo XII: "El Patronus"

Sirius movía los pies ansioso.
-¿Está mal que este feliz por el rumbo de la lectura?- Remus lo miró confuso- Ya sabes, mientras más crítico parezca todo, más cerca esta de saberse la verdad. Mi verdad Remus.
-¿Sabes que James jamás dudaría de ti, verdad? Es más fiel que la mayoría de todos nosotros, tan leal como tú lo haz sido.
-¿Te pesa demasiado, Lunático?- Remus desvió la mirada.
-Más de lo que crees, Sirius tu solo tuviste una duda sobre mí, yo te juzgué, te abandoné y te condené... Te di la espalda y nunca voy a perdonármelo.
-Ya y te sentías tan culpable que el lobo se comió a caperucita rosa. Nunca he entendido tu lógica Lunático.
-Considerando todos los chistes patéticos que has hecho sobre lobos, ese no está tan mal.
-Los merodeadores siempre cuchichean- canturreó Marlene. -Siriusin los años solo te mejoran, cariño.
-Diría lo mismo pero moriste a los veintiuno.
-Gracias. ¿Por qué no te vas al jardín o al infierno?
-Me alegra saber que el amor sigue intacto.
-Silencio ustedes dos, señorita Mckinnon comience a leer de una vez.  
-El capitulo se llama 'El patronus'- Remus y Harry se dirigieron una mirada cómplice.

Harry sabía que la intención de Hermione había sido buena, pero eso no le impidió enfadarse con ella. Había sido propietario de la mejor escoba del mundo durante unas horas y, por culpa de Hermione, ya no sabía si la volvería a ver. Estaba seguro de que no le ocurría nada a la Saeta de Fuego, pero ¿en qué estado se encontraría después de pasar todas las pruebas antihechizos?

-Me ofende bastante la poca confianza que tiene en mis habilidades- murmuró Flitwick con su voz chillona.

Ron también estaba enfadado con Hermione. En su opinión, desmontar una Saeta de Fuego completamente nueva era un crimen. Hermione, que seguía convencida de que había hecho lo que debía, comenzó a evitar la sala común. Harry y Ron supusieron que se había refugiado en la biblioteca y no intentaron persuadirla de que saliera de allí.

Hermione se cruzó de brazos ofendida.
-¿Qué? Tu tenías la culpa- recordó Ron.
-¿Qué pensaba yo sobre la escoba?
-Que se la había mandado Sirius.
-¿Y quién le mandó la escoba?
-Fue Sir...Oh.

Se alegraron de que el resto del colegio regresara poco después de Año Nuevo y la torre de Gryffindor volviera a estar abarrotada de gente y de bullicio. Wood buscó a Harry la noche anterior al comienzo de las clases.
—¿Qué tal las Navidades? —preguntó. Y luego, sin esperar respuesta, se sentó, bajó la voz y dijo—: He estado meditando durante las vacaciones, Harry. Después del último partido, ¿sabes? Si los dementores acuden al siguiente... no nos podemos permitir que tú... bueno...
Wood se quedó callado, con cara de sentirse incómodo.

-Ha de apreciarte mucho si esta dispuesto a perder al mejor jugador del equipo- comentó Mary. Fred y George se llevaron la mano al corazón. -El mejor junto con los golpeadores tweedledum y tweedledee.
-¿Quienes?- Lily miró a James con una mueca.
-¿Es que no has leído un libro en tu vida?

—Estoy trabajando en ello —dijo Harry rápidamente—. El profesor Lupin me dijo que me daría unas clases para ahuyentar a los dementores. Comenzaremos esta semana. Dijo que después de Navidades estaría menos atareado.

-Remusin al rescate.

—Ya —dijo Wood. Su rostro se animó—. Bueno, en ese caso... Realmente no quería perderte como buscador; Harry. ¿Has comprado ya otra escoba?
—No —contestó Harry.
—¿Cómo? Pues será mejor que te des prisa. No puedes montar en esa Estrella Fugaz en el partido contra Ravenclaw.
—Le regalaron una Saeta de Fuego en Navidad —dijo Ron.
—¿Una Saeta de Fuego? ¡No! ¿En serio? ¿Una Saeta de Fuego de verdad?
—No te emociones, Oliver —dijo Harry con tristeza—. Ya no la tengo. Me la confiscaron. —Y explicó que estaban revisando la Saeta de Fuego en aquellos instantes.

-Le han roto todos los sueños e ilusiones al pobre Oliver- bufó Charlie.

—¿Hechizada? ¿Por qué podría estar hechizada?
—Sirius Black —explicó Harry sin entusiasmo—. Parece que va detrás de mí. Así que McGonagall piensa que él me la podría haber enviado.
Desechando la idea de que un famoso asesino estuviera interesado por la vida de su buscador; Wood dijo:
—¡Pero Black no podría haber comprado una Saeta de Fuego! Es un fugitivo. Todo el país lo está buscando. ¿Cómo podría entrar en la tienda de Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch y comprar una escoba?

-Buena pregunta ¿Como lo hiciste?- Sirius sonrió misteriosamente.
-Los perros viejos aprenden nuevos trucos, rojita.

—Ya lo sé. Pero aun así, McGonagall quiere desmontarla.
Wood se puso pálido.
—Iré a hablar con ella, Harry —le prometió—. La haré entrar en razón... Una Saeta de Fuego... ¡una auténtica Sae­ta de Fuego en nuestro equipo! Ella tiene tantos deseos como nosotros de que gane Gryffindor... La haré entrar en razón... ¡Una Saeta de Fuego...!

-Claro que quiero que gane Gryffindor pero me interesa más llegar a fin de curso con todo Gryffindor vivo. Y que tengan la misma cantidad de extremidades que cuando llegaron.
-Yo perdí un dedo en Herbología, pero lo arreglaron bien- Ginny movió su meñique que no parecía haber tenido nunca un percance.

Las clases comenzaron al día siguiente. Lo último que deseaba nadie una mañana de enero era pasar dos horas en una fila en el patio, pero Hagrid había encendido una hoguera de salamandras, para su propio disfrute, y pasaron una clase inusualmente agradable recogiendo leña seca y hojarasca para mantener vivo el fuego, mientras las salamandras, a las que les gustaban las llamas, correteaban de un lado para otro de los troncos incandescentes que se iban desmoronando.

-Eso si es bonito- sonrió Tonks. -¿Puedo tener salamandras?
-Claro que no-Tonks se quedo pensativa y Andrómeda se pellizcó el puente de la nariz- Y no, tampoco puedes incendiar nada.
-No me dejas divertirme- murmuró con un puchero.

La primera clase de Adivinación del nuevo trimestre fue mucho menos divertida. La profesora Trelawney les enseñaba ahora quiromancia y se apresuró a informar a Harry de que tenía la línea de la vida más corta que había visto nunca.

-Que positiva salió la mujer- ironizó Fabian.

A la que Harry tenía más ganas de acudir era a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Después de la conversación con Wood, quería comenzar las clases contra los dementores tan pronto como fuera posible.

Remus sonrió, siempre extrañaría su época de profesor.

—Ah, sí —dijo Lupin, cuando Harry le recordó su promesa al final de la clase—. Veamos... ¿qué te parece el jueves a las ocho de la tarde? El aula de Historia de la Magia será bastante grande... Tendré que pensar detenidamente en esto... No podemos traer a un dementor de verdad al castillo para practicar...

-Eso me deja más tranquila- Molly miró a Lupin con cautela.
-No voy a enfrentar a un niño con un dementor, no soy un demente.
-No, eres un lunático.
-Muy gracioso James.

—Aún parece enfermo, ¿verdad? —dijo Ron por el pasi­llo, camino del Gran Comedor—. ¿Qué crees que le pasa?
Oyeron un «chist» de impaciencia detrás de ellos. Era Hermione, que había estado sentada a los pies de una armadura, ordenando la mochila, tan llena de libros que no se cerraba.
—¿Por qué nos chistas? —le preguntó Ron irritado.
—Por nada —dijo Hermione con altivez, echándose la mochila al hombro.
—Por algo será —dijo Ron—. Dije que no sabía qué le ocurría a Lupin y tú...
—Bueno, ¿no es evidente? —dijo Hermione con una mirada de superioridad exasperante.

-Es la misma mirada que me das cuando haces la cena- reprochó Hermione.
-Hermione serás buena en muchas cosas pero cocinas terrible y no se me antoja vivir a arroz pasado.
-Que tacto Ronnie- se burló Fred.
-Alguien no tendrá arrocito ni crema por un par de noches- comentó Sirius con una sonrisa al ver la cara ofendida de Hermione.

—Si no nos lo quieres decir, no lo hagas —dijo Ron con brusquedad.
—Vale —respondió Hermione, y se marchó altivamente.
—No lo sabe —dijo Ron, siguiéndola con los ojos y resentido—. Sólo quiere que le volvamos a hablar.

-¡Si lo sabía!- gritó indignada.
-Ya, estamos casados y estas embarazada es obvio que volvimos a hablar no se porque te importa tanto.
-Eres un idiota Ronald Weasley.
-Si, lo siento- Ron suspiró, las palabras que más decía con Hermione embarazada eran 'Lo siento' 'tienes razón' 'te quiero' 'no estás gorda'.

A las ocho de la tarde del jueves, Harry salió de la torre de Gryffindor para acudir al aula de Historia de la Magia. Cuando llegó estaba a oscuras y vacía, pero encendió las luces con la varita mágica y al cabo de cinco minutos apareció el profesor Lupin, llevando una gran caja de embalar que puso encima de la mesa del profesor Binn.
—¿Qué es? —preguntó Harry.
—Otro boggart —dijo Lupin, quitándose la capa—. He estado buscando por el castillo desde el martes y he tenido la suerte de encontrar éste escondido dentro del archivador del señor Filch. Es lo más parecido que podemos encontrar a un auténtico dementor. El boggart se convertirá en dementor cuando te vea, de forma que podrás practicar con él. Puedo guardarlo en mi despacho cuando no lo utilicemos, bajo mi mesa hay un armario que le gustará.

-Cosas de familia- murmuró Lunático con una sonrisa. Su padre había sido el mejor buscador de Boggarts del mundo.
-¿Como son tus papis?- preguntó Tonks.
-Mi padre es muy inteligente y mi madre es esperanza pura- una sonrisa cruzó su cara, marcando la pequeña cicatriz de su mejilla. (N/A: JK reveló que los nombres de los padres de Remus eran Lyall y Hope, Hope es esperanza).

—De acuerdo —dijo Harry, haciendo como que no era aprensivo y satisfecho de que Lupin hubiera encontrado un sustituto de un dementor de verdad.
—Así pues... —el profesor Lupin sacó su varita mágica e indicó a Harry que hiciera lo mismo—. El hechizo que trataré de enseñarte es magia muy avanzada... Bueno, muy por encima del Nivel Corriente de Embrujo. Se llama «encantamiento patronus».

-¿Un patronus a un niño de trece años?- Alastor carraspeó- imposible.
-No me subestimes- reprochó James.
-¿Que tiene que ver que contigo?- Lily lo miró confusa.
-Es mi hijo, yo lo hice, subestimarlo a él es subestimar mis preciosos genes.
-También tiene los míos, los bebés no se hacen solo contigo y tus preciosos genes- Harry hizo una mueca.
-¿Podemos no discutir sobre como vine al mundo?
-Creo que lo tienes bastante claro- se burló Sirius dirigiendo una miradita al vientre de Ginny.

—¿Cómo es? —preguntó Harry, nervioso.
—Bueno, cuando sale bien invoca a un patronus para que se aparezca —explicó Lupin— y que es una especie de antidementor; un guardián que hace de escudo entre el dementor y tú.
Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca.

Marlenne se interrumpió a si misma riendo como loca.
-Dios niño, tienes una imaginación genial.

El profesor Lupin continuó:
—El patronus es una especie de fuerza positiva, una proyección de las mismas cosas de las que el dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir... y no puede sentir desesperación como los seres humanos, de forma que los dementores no lo pueden herir. Pero tengo que advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él.

-Ningún mortífago logra hacer un patronus, lo que ellos consideran buenos recuerdos no son exactamente felices- Sirius miró con desdén a la mesa de Slytherin.
Severus quiso levantarse y darle una patada en la nuca, él podía hacer un patronus perfecto, Lily era la luz que él necesitaba proyectar. Se quedo en su asiento por dos razones, la primera es que sus escualidas piernas no habrían dado una patada muy fuerte y la segunda es que a cómo iba la lectura terminaría siendo una pelea de cien contra uno y él era muchas cosas, salvo idiota.

—¿Qué aspecto tiene un patronus? —dijo Harry con curiosidad.
—Es según el mago que lo invoca.
—¿Y cómo se invoca?
—Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.
Harry intentó recordar algo alegre. Desde luego, nada de lo que le había ocurrido en casa de los Dursley le serviría. Al final recordó el instante en que por primera vez montó en una escoba.

-No será suficiente- Ginny miró a Harry desolada, ¿cómo alguien podría vivir toda su vida sin un solo momento feliz?
-Ahora ya tengo muchos recuerdos de donde elegir- el ojiverde le sonrió.
-¿Qué forma tiene?- preguntó James curioso, ya intuía lo que iba a decir.
-Un ciervo- James levantó el puño alegre.
-Ese es mi ciervito.
-¿Es el momento adecuado para decir que mi patronus es una cierva?-James miró a Lily con los ojos brillando.
-Somos malditamente perfectos el uno para el otro.
—Ya —dijo, intentando recordar lo más exactamente posible la maravillosa sensación de vértigo que había notado en el estómago.
—El encantamiento es así —Lupin se aclaró la gargan­ta—: ¡Expecto patronum!
—¡Expecto patronum! —repitió Harry entre dientes—. ¡Expecto patronum!
—¿Te estás concentrando con fuerza en el recuerdo feliz?
—Sí... —contestó Harry, obligando a su mente a que retrocediese hasta aquel primer viaje en escoba—. Expecto patrono, no, patronum... perdón... ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!

Severus rodó los ojos. Niño estupido.

De repente, como un chorro, surgió algo del extremo de su varita. Era como un gas plateado.
—¿Lo ha visto? —preguntó Harry entusiasmado—. ¡Algo ha ocurrido!
—Muy bien —dijo Lupin sonriendo.

-Eres un gran profesor Remus- felicitó Dorcas con cariño.

— Bien, entonces... ¿estás preparado para probarlo en un dementor?
—Sí —dijo Harry, empuñando la varita con fuerza y yendo hasta el centro del aula vacía. Intentó mantener su pensa­miento en el vuelo con la escoba, pero en su mente había otra cosa que trataba de introducirse... Tal vez en cualquier instante volviera a oír a su madre... Pero no debía pensar en ello o volvería a oírla realmente, y no quería... ¿o sí quería?

Lily no quiso que sus ojos se aguaran, pero era realmente difícil que su hijo quisiera aunque sea escuchar sus gritos para conocer su voz.

Lupin cogió la tapa de la caja de embalaje y tiró de ella. Un dementor se elevó despacio de la caja, volviendo hacia Harry su rostro encapuchado. Una mano viscosa y llena de pústulas sujetaba la capa.
Las luces que había en el aula parpadearon hasta apagarse. El dementor salió de la caja y se dirigió silenciosamente hacia Harry, exhalando un aliento profundo y vibrante. Una ola de intenso frío se extendió sobre él.
—¡Expecto patronum! —gritó Harry—. ¡Expecto patronum! ¡Expecto. ..!
Pero el aula y el dementor desaparecían. Harry cayó de nuevo a través de una niebla blanca y espesa, y la voz de su madre resonó en su cabeza, más fuerte que nunca...
—¡A Harry no! ¡A Harry no! Por favor... haré cualquier cosa...
—A un lado... hazte a un lado, muchacha...
—¡Harry!

Todos se estremecieron, especialmente porque a Marlenne le temblaba la voz al leer las súplicas de Lily. No había rincón en el comedor en que no estuvieran conmocionados.
-Ella no se apartó- Astoria desde la mesa de Slytherin miraba con respeto a Lily.
-¿Qué madre que se precie de tal se apartaría?- Narcissa observó a Draco- yo sé que no lo haría.
-Nunca lo hiciste, nunca te apartaste.

Harry volvió de pronto a la realidad. Estaba boca arriba, tendido en el suelo. Las luces del aula habían vuelto a encenderse. No necesitó preguntar qué era lo que había ocurrido.
—Lo siento —musitó, incorporándose y notando un sudor frío que le corría por detrás de las gafas.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Lupin.

-Si, se encuentra genial, quizás te invite a tomar un whiskey y a bailar la conga- ironizó Canuto.

—Sí...
Para levantarse, Harry se apoyó primero en un pupitre y luego en Lupin.
—Toma. —Lupin le ofreció una rana de chocolate—. Cómetela antes de que volvamos a intentarlo. No esperaba que lo consiguieras la primera vez. Me habría impresionado mucho que lo hubieras hecho.
—Cada vez es peor —musitó Harry, mordiendo la cabeza de la rana—. Esta vez la he oído más alto aún. Y a él... a Voldemort...
Lupin estaba más pálido de lo habitual.

-Y eso ya es mucho decir- bromeó debilmente Fabian.

—Harry, si no quieres continuar; lo comprenderé perfectamente...

Como todos los Potter, egocentricos, holgazanes... Severus había comenzado a hacer su lista mental de defectos que los Potter, tan larga que no tendría que envidiarle nada a la lista de Santa.

—¡Sí quiero! —dijo Harry con energía, metiéndose en la boca el resto de la rana—. ¡Tengo que hacerlo! ¿Y si los dementores vuelven a presentarse en el partido contra Ravenclaw? No puedo caer de nuevo. ¡Si perdemos este partido, habremos perdido la copa de quidditch!
—De acuerdo, entonces... —dijo Lupin—. Tal vez quieras seleccionar otro recuerdo feliz. Quiero decir; para concentrarte. Ése no parece haber sido bastante poderoso...

-Ahora los convocas con facilidad- Harry se encogió de hombros en dirección a Hermione. Tomó la varita y creó un patronus perfecto. Los niños, incluyendo los alumnos de tercero y cuarto, miraban maravillados al ciervo plateado y resplandeciente.
-Es el nacimiento de Albus- sonrió sin poder evitarlo, ese había sido el momento más feliz de su vida, con Albus recién nacido en brazos, Teddy pidiendo cargarlo y James Sirius, con sus cortos dos añitos, mirando con curiosidad a la bolita rosada que era su hermano menor, mientras Ginny sonreía agotada y feliz.

Harry pensó intensamente y recordó que se había sentido muy contento cuando, el año anterior; Gryffindor había ganado la Copa de las Casas. Empuñó otra vez la varita mágica y volvió a su puesto en mitad del aula.
—¿Preparado? —preguntó Lupin, cogiendo la tapa de la caja.
—Preparado —dijo Harry, haciendo un gran esfuerzo por llenarse la cabeza de pensamientos alegres sobre la victoria de Gryffindor; y no con pensamientos oscuros sobre lo que iba a ocurrir cuando la caja se abriera.
—¡Ya! —dijo Lupin, levantando la tapa.
El aula volvió a enfriarse y a quedarse a oscuras. El dementor avanzó con su violenta respiración, abriendo una mano putrefacta en dirección a Harry.
—¡Expecto patronum! —gritó Harry—. ¡Expecto patronum! ¡Expecto pat...!
Una niebla blanca le oscureció el sentido. En tomo a él se movieron unas formas grandes y borrosas... Luego oyó una voz nueva, de hombre, que gritaba aterrorizado:

Sirius apretó la mandíbula, quería taparse las orejas y no escuchar, sabía que lo que vendría a continuación sería tan doloroso como arrancarle la piel.
Marlenne suspiro y miró a James apesadumbrada antes de poder proseguir.

—¡Lily, coge a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Corre! Yo lo detendré.

-Era obvio que tendría que pasar sobre mi cadáver para tocarte, no entiendo como no lo sabes desde que comenzó la lectura- James intentó quitarle peso al asunto cuando vio las finas lagrimas caer de los ojos de Lily.

El ruido de alguien dentro de una habitación, una puerta que se abría de golpe, una carcajada estridente.
—¡Harry! Harry, despierta...
Lupin le abofeteaba las mejillas. Esta vez le costó un minuto comprender por qué estaba tendido en el suelo polvoriento del aula.
—He oído a mi padre —balbuceó Harry—. Es la primera vez que lo oigo. Quería enfrentarse a Voldemort para que a mi madre le diera tiempo de escapar.
Harry notó que en su rostro había lágrimas mezcladas con el sudor. Bajó la cabeza todo lo que pudo para limpiarse las lágrimas con la túnica, haciendo como que se ataba el cordón del zapato, para que Lupin no se diera cuenta de que había llorado.

Sirius no dijo nada, porque si lo hacía le temblaría la voz, al menos ese año si había podido abrazar a Harry y decirle que no estaba solo, al menos eso pudo hacerlo.
Ginny se aferró a Harry, eran pocas y contadas las veces en tantos años que lo había visto llorar.

—¿Has oído a James? —preguntó Lupin con voz extraña.
—Sí... —Con la cara ya seca, volvió a levantar la vista—. ¿Por qué? Usted no conocía a mi padre, ¿o sí?

-¿Como no has podido contarle más?- James se percató de eso- Somos mejores amigos  ¿Por qué nunca te acercaste a él? Sirius estaba en una celda, ¿donde estabas tú?
-James la vida no fue fácil para nadie después de eso, yo no era ni la sombra del Remus que tú conoces y no quería ser quien anclara a Harry al pasado, no me di cuenta que él lo necesitaba.

—Lo... lo conocí, sí —contestó Lupin—. Fuimos amigos en Hogwarts.

-Me estoy ofendido Lunático- bufó James.
-¿Qué pretendía que le contara? Hablar de los Merodeadores sería hablar de un muerto, un condenado, un traidor y un maldito, ¿cómo querías que le explique eso a un niño de trece años? ¿No crees que no me arrepentí de no haberlo buscado? ¿De no haberlo ayudado y de apartarme como lo hice? Sirius vio tu cadáver James y yo lloré en tu tumba, ¿como crees que me sentí viéndote a ti en él, jugando con una maldita Snitch y sentado junto al lago, con los ojos de Lily llenos de curiosidad y bondad? Era un infierno, por eso estaba lejos. Yo estaba en misiones de la orden cuando Harry nació, no pude hacerme a la idea de un hijo de ambos hasta que lo vi de mayor y entendí que él era mucho más que los simples restos de ustedes.
Sirius y James miraron a Remus sorprendidos, eran pocas las veces que Remus perdía la cabeza.
-Remus no te atormentes, todos hicimos lo que pudimos- Sirius le apretó el hombro- hiciste lo mejor que pudiste y Harry no habría podido sobrellevar ese año sin ti.

Escucha, Harry. Tal vez deberíamos dejarlo por hoy Este encantamiento es demasiado avanzado... No debería haberte puesto en este trance...

-¿Realmente crees que el niño se vencerá tan fácil?

—No —repuso Harry. Se volvió a levantar—. ¡Lo volveré a intentar! No pienso en cosas bastante alegres, por eso... ¡espere!
Hizo un gran esfuerzo para pensar. Un recuerdo muy feliz..., un recuerdo que pudiera transformarse en un patronus bueno y fuerte...
¡El momento en que se enteró de que era un mago y de que tenía que dejar la casa de los Dursley para ir a Hogwarts! Si eso no era un recuerdo feliz, entonces no sabía qué podía serlo. Concentrado en los sentimientos que lo habían embargado al enterarse de que se iría de Privet Drive, Harry se levantó y se puso de nuevo frente a la caja de embalaje.

Molly miró con tristeza a Harry, ningún niño debería sentir tal alegría por marcharse de su casa, especialmente si la culpa era de las personas que lo habían criado tan mal como para deseara irse.

—¿Preparado? —dijo Lupin, como si fuera a obrar en contra de su criterio—. ¿Te estás concentrando bien? De acuerdo. ¡Ya!
Levantó la tapa de la caja por tercera vez y el dementor volvió a salir de ella. El aula volvió a enfriarse y a oscurecerse.
—¡EXPECTO PATRONUM! —gritó Harry—. ¡EXPECTO PATRONUM! ¡EXPECTO PATRONUM!
De nuevo comenzaron los gritos en la mente de Harry, salvo que esta vez sonaban como si procedieran de una radio mal sintonizada. El sonido bajó, subió y volvió a bajar...

-Lo esta logrando- susurró Minerva atónita.

Todavía seguía viendo al dementor. Se había detenido... Y luego, una enorme sombra plateada salió con fuerza del extremo de la varita de Harry y se mantuvo entre él y el dementor; y aunque Harry sentía sus piernas como de mantequilla, seguía de pie, sin saber cuánto tiempo podría aguantar.

Dumbledore miró con placentera sorpresa el nuevo logro de Harry, sin duda llegaría a ser uno de los más poderosos magos.
-Impresionante niño- felicitó Alastor, Harry asintió conforme sin remarcar que él en ese momento era todo un adulto.

—¡Riddíkulo! —gritó Lupin, saltando hacia delante.
Se oyó un fuerte crujido y el nebuloso patronus se desva­neció junto con el dementor. Harry se derrumbó en una silla, con las piernas temblando, tan cansado como si acabara de correr varios kilómetros. Por el rabillo del ojo vio al profesor Lupin obligando con la varita al boggart a volver a la caja de embalaje. Se había vuelto a convertir en una esfera plateada.

-¿Por qué le tienes miedo a un coso plateado?- Tonks miró curiosa a Remus.
-Lo sabrás más adelante.

—¡Estupendo! —dijo Lupin, yendo hacia donde estaba Harry sentado—. ¡Estupendo, Harry! Ha sido un buen principio.
—¿Podemos volver a probar? Sólo una vez más.

Lily frunció el ceño, ya era demasiado.

—Ahora no —dijo Lupin con firmeza—. Ya has tenido bastante por una noche. Ten...
Ofreció a Harry una tableta del mejor chocolate de Honeydukes.

James y Canuto negaron con la cabeza divertidos, Lunático no perdía las mañas ni los vicios.

—Cómetelo todo o la señora Pomfrey me matará. ¿El jueves que viene a la misma hora?
—Vale —dijo Harry. Dio un mordisco al chocolate y vio que Lupin apagaba las luces que se habían encendido con la desaparición del dementor. Se le acababa de ocurrir algo—: ¿Profesor Lupin? —preguntó—. Si conoció a mi padre, también conocería a Sirius Black.

Sirius y Remus se miraron con incomodidad.

Lupin se volvió con rapidez:
—¿Qué te hace pensar eso? —dijo severamente.
—Nada. Quiero decir... me he enterado de que eran amigos en Hogwarts.
El rostro de Lupin se calmó.
—Sí, lo conocí —dijo lacónicamente—. O creía que lo conocía. Será mejor que te vayas, Harry. Se hace tarde.

James lo miró como si no lo conociera.
-James...
-No te juzgo Lunático, simplemente no lo entiendo. Yo moriría antes que desconfiar de ustedes...bueno, morí de hecho.
-Lo sé, es que todo fue tan confuso.
-Nadie me creyó James, nadie salvo tu hijo y Dumbledore- Harry miró a Sirius con curiosidad.
-¿En qué momento supo Dumbledore que eras inocente?- Sirius se encogió de hombros.
-Uno nunca esta seguro con Dumbledore.

Harry salió del aula, atravesó el corredor; dobló una esquina, dio un rodeo por detrás de una armadura y se sentó en la peana para terminar el chocolate, lamentando haber mencionado a Black, dado que a Lupin, obviamente, no le había hecho gracia. Luego volvió a pensar en sus padres.  Se sentía extrañamente vacío, a pesar de haber comido tanto chocolate. Aunque era terrible oír dentro de su cabeza los últimos instantes de vida de sus padres, eran las únicas ocasiones en que había oído sus voces, desde que era muy pequeño. Nunca sería capaz de crear un patronus de verdad si en parte deseaba volver a oír la voz de sus padres...

James le apretó la rodilla a Lily en señal de apoyo, esos momentos, esos párrafos y a su hijo pensándolos no resultaban fáciles de oír.
—Están muertos —se dijo con firmeza—. Están muertos y volver a oír el eco de su voz no los traerá a la vida. Será mejor que me controle si quiero la copa de quidditch.
Se puso en pie, se metió en la boca el último pedazo de chocolate y volvió hacia la torre de Gryffindor.

Lily suspiró, dolía que Harry los alejara de su mente, pero era consciente de que en esos momentos solo servían para causarle dolor.

Ravenclaw jugó contra Slytherin una semana después del comienzo del trimestre. Slytherin ganó, aunque por muy poco. Según Wood, eran buenas noticias para Gryffindor; que se colocaría en segundo puesto si ganaba también a Ravenclaw. Por lo tanto, aumentó los entrenamientos a cinco por semana.

Charlie alzó una ceja, ningún capitán había estado tan loco de remate como Wood.

Esto significaba que, junto con las clases antidementores de Lupin, que resultaban más agotadoras que seis sesiones de entrenamiento de quidditch, a Harry le quedaba tan sólo una noche a la semana para hacer todos los deberes.

-Eso si es un asco- Fred arrugó la nariz.

 Aun así, no parecía tan agobiado como Hermione, a la que le afectaba la inmensa cantidad de trabajo. Cada noche, sin excepción, veían a Hermione en un rincón de la sala común, con varias mesas llenas de libros, tablas de Aritmancia, diccionarios de runas, dibujos de muggles levantando objetos pesados y carpetas amontonadas con apuntes extensísimos. Apenas hablaba con nadie y respondía de malos modos cuando alguien la interrumpía.

-Cariño, de verdad se lo que es querer aprender mucho y entiendo lo emocionante que puede ser todo, pero sobre exigirte de esa manera no es sano- reprendió Lily con amabilidad.

—¿Cómo lo hará? —le preguntó Ron a Harry una tarde, mientras el segundo terminaba un insoportable trabajo para Snape sobre Venenos indetectables. Harry alzó la vista. A Hermione casi no se la veía detrás de la torre de libros.
—¿Cómo hará qué?
—Ir a todas las clases —dijo Ron—. Esta mañana la oí hablar con la profesora Vector, la bruja que da Aritmancia. Hablaban de la clase de ayer. Pero Hermione no pudo ir, porque estaba con nosotros en Cuidado de Criaturas Mágicas. Y Ernie McMillan me dijo que no ha faltado nunca a una clase de Estudios Muggles. Pero la mitad de esas clases coinciden con Adivinación y tampoco ha faltado nunca a éstas.

Hermione miró sorprendida a Ron.
-¿Qué?
-Te sabías mis horarios de memoria y eso que ni siquiera me hablabas.
-Si, eso creo.
Hermione lo beso mientras Fred y George silbaban.
-Haber sabido antes que me prestabas tanta atención.
-Haber sabido antes como me agradecerías la atención- Hermione se sonrojó mientras Sirius carraspeaba divertido.

Harry no tenía tiempo en aquel momento para indagar el misterio del horario imposible de Hermione. Tenía que seguir con el trabajo para Snape. Dos segundos más tarde volvió a ser interrumpido, esta vez por Wood.
—Malas noticias, Harry. Acabo de ver a la profesora McGonagall por lo de la Saeta de Fuego. Ella... se ha puesto algo antipática conmigo. Me ha dicho que mis prioridades están mal. Piensa que me preocupa más ganar la copa que tu vida. Sólo porque le dije que no me importaba que la escoba te tirase al suelo, siempre que cogieras la snitch. —Wood sacudió la cabeza con incredulidad—. Realmente, por su forma de gritarme... cualquiera habría pensado que le había dicho algo terrible.

Varios miraron con escepticismo al libro.
-No puedo ser la única persona que piensa que algo está mal en la cabeza de ese chico- cortó exasperada Dorcas.

 Luego le pregunté cuánto tiempo la tendría todavía. —Hizo una mueca e imitó la voz de la profesora McGonagall—: «El tiempo que haga falta, Wood.»

McGonagall se pellizcó la nariz, ¿es qué nadie podría hacer su estancia en Hogwarts sin darle dolores de cabeza?

Me parece que tendrás que pedir otra escoba, Harry. Hay un cupón de pedido en la última página de El mundo de la escoba. Podrías comprar una Nimbus 2.001 como la que tiene Malfoy.
—No voy a comprar nada que le guste a Malfoy —dijo taxativamente.

Draco puso los ojos en blanco.

Enero dio paso a febrero sin que se notara, persistiendo en el mismo frío glaciar. El partido contra Ravenclaw se aproximaba, pero Harry seguía sin solicitar otra escoba. Al final de cada clase de Transformaciones, le preguntaba a la profesora McGonagall por la Saeta de Fuego, Ron expectante junto a él, Hermione pasando a toda velocidad por su lado, con la cara vuelta.
—No, Potter; todavía no te la podemos devolver —le dijo la profesora McGonagall el duodécimo día de interrogatorio, antes de que el muchacho hubiera abierto la boca—. Hemos comprobado la mayoría de los hechizos más habituales, pero el profesor Flitwick cree que la escoba podría tener un maleficio para derribar al que la monta. En cuanto hayamos terminado las comprobaciones, te lo diré. Ahora te ruego que dejes de darme la lata.

-Creo que si sigues molestando a Minnie ella será mas peligrosa que cualquier escoba embrujada- Minerva miró feo a Sirius.
Para empeorar aún más las cosas, las clases antidementores de Harry no iban tan bien como esperaba, ni mucho menos. Después de varias sesiones, era capaz de crear una sombra poco precisa cada vez que el dementor se le acercaba, pero su patronus era demasiado débil para ahuyentar al dementor. Lo único que hacía era mantenerse en el aire como una nube semitransparente, vaciando de energía a Harry mientras éste se esforzaba por mantenerlo. Harry estaba enfadado consigo mismo.

-No tienes porque enfadarte, es más de lo que cualquier estudiante de tu edad habría logrado- recordó Hermione.

Se sentía culpable por su secreto deseo de volver a oír las voces de sus padres.

-Harry no es correcto, no se esa manera y aún así no tienes porque sentirte culpable por eso- Lily lo miró con ternura.

—Esperas demasiado de ti mismo —le dijo severamente el profesor Lupin en la cuarta semana de prácticas—. Para un brujo de trece años, incluso un patronus como éste es una hazaña enorme. Ya no te desmayas, ¿a que no?
—Creí que el patronus embestiría contra los dementores —dijo Harry desalentado—, que los haría desaparecer...
—El verdadero patronus los hace desaparecer —contestó Lupin—. Pero tú has logrado mucho en poco tiempo. Si los dementores hacen aparición en tu próximo partido de quidditch, serás capaz de tenerlos a raya el tiempo necesario para volver al juego.
—Usted dijo que es más dificil cuando hay muchos —repuso Harry.

-¿Realmente crees que pueden contigo? -Canuto omitió el miedo que le generaban esas criaturas.

—Tengo total confianza en ti —aseguró Lupin sonriendo—. Toma, te has ganado una bebida. Esto es de Las Tres Escobas y supongo que no lo habrás probado antes...
Sacó dos botellas de su maletín.
—¡Cerveza de mantequilla! —exclamó Harry irreflexivamente—. Sí, me encanta. —Lupin alzó una ceja—. Bueno... Ron y Hermione me trajeron algunas cosas de Hogsmeade —mintió Harry a toda prisa.

-Conozco esa expresión de memoria- rió Lunático mientras James se hacía el desentendido.

—Ya veo —dijo Lupin, aunque parecía algo suspicaz—. Bien, bebamos por la victoria de Gryffindor contra Ravenclaw. Aunque en teoría, como profesor no debo tomar partido —añadió inmediatamente.

-Ningún profesor es imparcial- Ginny dirigió una mirada hacia Snape- solo que algunos lo disimulan mejor que otros.

Bebieron en silencio la cerveza de mantequilla, hasta que Harry mencionó algo en lo que llevaba algún tiempo meditando.
—¿Qué hay debajo de la capucha de un dementor?
El profesor Lupin, pensativo, dejó la botella.
—Mmm..., bueno, los únicos que lo saben no pueden decimos nada. El dementor sólo se baja la capucha para utilizar su última arma.
—¿Cuál es?
—Lo llaman «Beso del dementor» —dijo Lupin con una amarga sonrisa—. Es lo que hacen los dementores a aquellos a los que quieren destruir completamente. Supongo que tendrán algo parecido a una boca, porque pegan las mandíbulas a la boca de la víctima y... le sorben el alma.

Sirius se estremeció sin poder evitarlo. Aquellos momentos lo atormentarían de por vida.

Harry escupió, sin querer; un poco de cerveza de mantequilla.
—¿Las matan?
—No —dijo Lupin—. Mucho peor que eso. Se puede vivir sin alma, mientras sigan funcionando el cerebro y el corazón. Pero no se puede tener conciencia de uno mismo, ni memoria, ni nada. No hay ninguna posibilidad de recuperarse. Uno se limita a existir. Como una concha vacía. Sin alma, perdido para siempre.

Todos, especialmente los más pequeños, parecían aterrados.
-Nymphadora no creo que este sea lugar para una niña- Andrómeda la tomó de la mano pero Tonks se soltó.
-Yo no soy miedosa, yo quiero saber que pasa y un estúpido bicho encapuchado no va a meterse conmigo.
Alastor miró con admiración a la niña pequeña, sería una gran auror.

 —Lupin bebió otro trago de cerveza de mantequilla y siguió diciendo—: Es el destino que le espera a Sirius Black. Lo decía El Profeta esta mañana. El Ministerio ha dado permiso a los dementores para besarlo cuando lo encuentren.

Sirius intentó no mirar dolido a Remus.

Harry se quedó abstraído unos instantes, pensando en la posibilidad de sorber el alma por la boca de una persona. Pero luego pensó en Black.
—Se lo merece —dijo de pronto.
—¿Eso piensas? —dijo, como sin darle importancia.

-¿Como demonios es posible que no te importe?- James se acercó a Canuto de manera protectora- Sirius no mataría ni una mosca y tú lo sabías.
-James ya te lo he dicho...
-Pues no lo entiendo y no voy a entenderlo nunca.

— ¿De verdad crees que alguien se merece eso?
—Sí —dijo Harry con altivez—. Por varios motivos.

-Sirius sabes que no me refería a tí, todo lo que yo pensaba era sobre el hombre que había traicionado a mis padres y ese no eras tú- el ojigris asintió.
-Esta bien cachorro, lo entiendo.

Le habría gustado hablar con Lupin sobre la conversación que había oído en Las Tres Escobas, sobre Black traicionando a sus padres, aunque aquello habría supuesto revelar que había ido a Hogsmeade sin permiso. Y sabía que a Lupin no le haría gracia. De forma que terminó su cerveza de mantequilla, dio a Lupin las gracias y salió del aula de Historia de la Magia.

-Lupin no te habría delatado- Ginny suspiró por la obviedad de la respuesta- pero te habría regañado.
-Como cualquier adulto responsable- agregó Molly.

Harry casi se arrepentía de haberle preguntado qué había debajo de la capucha de un dementor. La respuesta había sido tan horrible y lo había sumido hasta tal punto en horribles pensamientos sobre almas sorbidas que se dio de bruces con la profesora McGonagall mientras subía por las escaleras.
—Mira por dónde vas, Potter.
—Lo siento, profesora.
—Fui a buscarte a la sala común de Gryffindor. Bueno, aquí la tienes. Hemos hecho todas las comprobaciones y parece que está bien. En algún lugar tienes un buen amigo, Potter.

-Todo el mundo mágico quiere al Elegido- se mofó Neville.
-¿Elegido?- James alzó una ceja- Se que cornamenta no es precisamente el rey de los apodos pero Elegido.
-No me lo puse yo, fue la prensa- bufó Harry.

Harry se quedó con la boca abierta. La profesora McGonagall sostenía su Saeta de Fuego, que tenía un aspecto tan magnífico como siempre.
—¿Puedo quedármela? —dijo Harry con voz desmayada—. ¿De verdad?
—De verdad —dijo sonriendo la profesora McGonagall—. Tendrás que familiarizarte con ella antes del partido del sábado, ¿no? Haz todo lo posible por ganar; porque si no quedaremos eliminados por octavo año consecutivo, como me acaba de recordar muy amablemente el profesor Snape.

-Idiota- murmuraron los dos Sirius al mismo tiempo.

Harry subió por las escaleras hacia la torre de Gryffindor; sin habla, llevando la Saeta de Fuego. Al doblar una esquina, vio a Ron, que se precipitaba hacia él con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Te la ha dado? ¡Estupendo! ¿Me dejarás que monte en ella? ¿Mañana?
—Sí, por supuesto —respondió Harry con un entusiasmo que no había experimentado desde hacía un mes—. Tendríamos que hacer las paces con Hermione. Sólo quería ayudar...

-Claro, primera recupera la escoba después a la amiga. Típico.

—Sí, de acuerdo. Está en la sala común, trabajando, para variar.
Llegaron al corredor que llevaba a la torre de Gryffindor; y vieron a Neville Longbottom que suplicaba a sir Cardogan que lo dejara entrar.
—Las escribí, pero se me deben de haber caído en alguna parte.
—¡Id a otro con ese cuento! —vociferaba sir Cadogan.
Luego, viendo a Ron y Harry—: ¡Voto a bríos, mis valientes y jóvenes vasallos! ¡Venid a atar a este demente que trata de forzar la entrada!
—Cierra la boca —dijo Ron al llegar junto a Neville.
—He perdido las contraseñas —les confesó Neville abatido—. Le pedí que me dijera las contraseñas de esta semana, porque las está cambiando continuamente, y ahora no sé dónde las tengo.

-Como si no fuera suficientemente difícil recordar una- se lamentó Frank.

—«Rompetechos» —dijo Harry a sir Cadogan, que parecía muy decepcionado y reacio a dejarlos pasar. Hubo murmullos repentinos y emocionados cuando todos se dieron la  vuelta y rodearon a Harry para admirar su Saeta de Fuego.
—¿Cómo la has conseguido, Harry?
—¿Me dejarás dar una vuelta?
—¿Ya la has probado, Harry?
—Ravenclaw no tiene nada que hacer. Todos van montados en Barredoras 7.
—¿Puedo cogerla, Harry?
Después de unos diez minutos en que la Saeta de Fuego fue pasando de mano en mano y admirada desde cada ángulo,

Lily sonrió, Harry compartía sus cosas sin pensarlo dos veces.

la multitud se dispersó y Harry y Ron pudieron ver a Hermione, la única que no había corrido hacia ellos y había seguido estudiando. Harry y Ron se acercaron a su mesa y la muchacha levantó la vista.
—Me la han devuelto —le dijo Harry sonriendo y levantando la Saeta de Fuego.
—¿Lo ves, Hermione? ¡No había nada malo en ella!
—Bueno... Podía haberlo —repuso Hermione—. Por lo menos ahora sabes que es segura.
—Sí, supongo que sí —dijo Harry—. Será mejor que la deje arriba.
—¡Yo la llevaré! —se ofreció Ron con entusiasmo—. Tengo que darle a Scabbers el tónico para ratas.
Cogió la Saeta de Fuego y, sujetándola como si fuera de cristal, la subió hasta el dormitorio de los chicos.

Hermione puso los ojos en blanco.
-Nunca entenderé esa obsesión por una escoba.
Ginny la miró como si le hubiesen clavado una puñalada.
-No se como podemos ser amigas- comentó con dramatismo.

—¿Me puedo sentar? —preguntó Harry a Hermione.
—Supongo que sí —contestó Hermione, retirando un montón de pergaminos que había sobre la silla.
Harry echó un vistazo a la mesa abarrotada, al largo trabajo de Aritmancia, cuya tinta todavía estaba fresca, al todavía más largo trabajo para la asignatura de Estudios Muggles («Explicad por qué los muggles necesitan la electricidad»),

Arthur se frotó las manos emocionado.

 y a la traducción rúnica en que Hermione se hallaba enfrascada.
—¿Qué tal lo llevas? —preguntó Harry
—Bien. Ya sabes, trabajando duro —respondió Hemione. Harry vio que de cerca parecía casi tan agotada como Lupin.

Lunático frunció el ceño, aquello no era saludable.

—¿Por qué no dejas un par de asignaturas? —preguntó Harry, viéndola revolver entre libros en busca del dicciona­rio de runas.
—¡No podría! —respondió Hermione escandalizada.
—La Aritmancia parece horrible —observó Harry, cogiendo una tabla de números particularmente abstrusa.
—No, es maravillosa —dijo Hermione con sinceridad—. Es mi asignatura favorita. Es...

Gideon suspiró cansinamente, había tomado aritmancia todo un trimestre solo porque estaba detrás de una morenita que amaba la materia.

Pero Harry no llegó a enterarse de qué tenía de maravilloso la Aritmancia. En aquel preciso instante resonó un grito ahogado en la escalera de los chicos. Todos los de la sala común se quedaron en silencio, petrificados, mirando hacia la entrada. Se acercaban unos pasos apresurados que se oían cada vez más fuerte. Y entonces apareció Ron arrastrando una sábana.

-¿Que ocurrió?- Molly se llevó la mano al pecho asustada.

—¡MIRA! —gritó, acercándose a zancadas a la mesa de Hermione—. ¡MIRA!    —repitió, sacudiendo la sábana delante de su cara.
—¿Qué pasa, Ron?
—¡SCABBERS! ¡MIRA! ¡SCABBERS!

-Ay demonios Ronald- se quejó Bill, dandole un zape.

Hermione se apartó de Ron, echándose hacia atrás, muy asombrada. Harry observó la sábana que sostenía Ron. Había algo rojo en ella. Algo que se parecía mucho a...
—¡SANGRE! —exclamó Ron en medio del silencio.

-Niño si haces tanto espamento por una manchita de sangre en la sábana, menos mal que no eres mujer.
-¿Por qué?- Tonks miró confusa a Marlene.
-Pues cuando creces...
-Cuando creces tienes que estudiar mucho y hay muchas cosas con las cuales puedes cortarte, querida- se apresuró a responder Andrómeda.
-¿Tu crees que soy tontita?
-No, creo que eres una niña.
-¡Tio sirius, explicame porque!- Sirius se encogió de hombros.
-Es uno de los misterios de la vida, en mi opinión tiene que ser cosa de magia negra sangrar cinco días y no morir.

—. ¡NO ESTÁ! ¿Y SABES LO QUE HABÍA EN EL SUELO?
—No, no —dijo Hermione con voz temblorosa. Ron tiró algo encima de la traducción rúnica de Hermione. Ella y Harry se inclinaron hacia delante. Sobre las inscripciones extrañas y espigadas había unos pelos de gato, largos y de color canela.

-CHAN CHAN CHAN- varios se sobresaltaron por los gritos de Marlenne. -HEMOS SIDO TESTIGOS DE UN CRIMEN SEÑORES Y NADIE SE MOVERÁ DE AQUÍ HASTA ENCONTRAR EL CULPABLE.
-Y porqué es la hora del almuerzo.

-Si, eso también.

10 comentarios:

  1. OMG! Esta genial, espero que la sigas muy pronto n.n Estoy ansiosa por leer las reacciones de todos al saber la verdad y que Remus es un hombre lobo

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  2. Genial, ya tenia mucho que no actualizabas.
    SALUDOS.

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  3. Oh que ha quedado hermoso el capitulo y el final que me ha sacado una sonrisa del rostro.
    Sirius tiene razón, es magia negra lo que haces o alguna clase de pacto porque yo tampoco entiendo como sangramos más de cinco días sin morir, jajajajaja

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  4. Me encanta, me divierto mucho leyendo tus historias. Saludos Mero

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  5. Jajajaja x) Dios ame enormemente este capítulo, riendo a cada cinc segundos y lagrimeando también :'s

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  6. Dios :') ame enormemente este capítulo, riendo a cada cinco segundos y lagrimeando también :'s

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  7. Qué bien que ya publicaste( en mi mente tenía 20 mil cosas que escribir pero ver el teclado se llevó toda mi inspiración)
    No sabes cuánto extrañaba leer este blog. Te juro que el día en que se acabe me va a dar algo. En fin espero qué estés bien. Adiós

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  8. No sabes cuanto he esperado que actualizaras.
    Casi a diario entraba a la pagina para ver si ya habías actualizado.
    Desde el sábado que no entre y publicaste el domingo. ¡Yupi!
    Amo las reacciones de todos, son increíbles.
    Espero que actualices el siguiente capitulo muy pronto. Me muero por saber como van las cosas.
    Nos leemos (espero que pronto)
    Saludos.

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  9. esta genial hasta llore en algunos capitulos solo quiero que actualices <3

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  10. jajaja sirius y sus comentarios pro dios como lo amo *-* en fin me encanto el capi me quede esperando desde agosto y te comento en enero porque me acabo e enterar u.u en fin espero suabs otro cpai pronto nos leemos byee ^^

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