Aclaracion: Bueno todos los personajes y
los libros que leen pertenecen a la genialisima JK Rowling ¿ok? yo solo lo
traspaso a un blog para que puedan leerlo de una manera diferente con las
intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.
Espero Disfruten, son un poco largos, pero
en cada actualizacion subo un capitulo entero.
Harry Potter y la piedra filosofal
Capitulo
VI: “El andén nueve y tres cuartos”
-¿señor Black sigue leyendo?- pregunto
Minerva
-claro- todos lo miraron sorprendidos- ¿que?
Este libro me gusta- se defendio- el capitulo se llama- esbozo una sonrisa
divertida- El andén 9 y ¾
El
último mes de Harry con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le
tenía miedo y no se quedaba con él en la misma habitación, y que tía Petunia y
tío Vernon no lo encerraban en la alacena ni lo obligaban a hacer nada ni le
gritaban. En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados,
mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harry ocupaba estuviera
vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un
tiempo resultaba un poco deprimente. Harry se quedaba en su habitación, con su
nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en
Una historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes.
-salio
a ti Lily- dijeron James y Sirius con resignacion mientras lily sonreia
orgullosa
Por
la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su
antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en
la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos. Cada noche, antes de
dormir, Harry marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta
el uno de septiembre. El último día de agosto pensó que era mejor hablar con
sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente. Así que
bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para
que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo. —Hum... ¿Tío
Vernon? Tío Vernon gruñó, para demostrar que lo escuchaba.
-que educado- dijo sarcasticamente
Mcgonagall
-mi hermana es igual- dijo Lily
—Hum...
necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts. Tío Vernon
gruñó otra vez. —¿Podría ser que me lleves hasta allí? Otro gruñido. Harry
interpretó que quería decir sí. —Muchas gracias. Estaba a punto de volver a
subir la escalera, cuando tío Vernon finalmente habló. —Qué forma curiosa de ir
a una escuela de magos, en tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas
pinchadas?
-¿alfombras magicas?- pregunto Hermione- luego nosotros somos los
locos
-esta demente- dijo Sirius, pero en eso se
abrio la puerta y entro un chico pelirrojo de ojos azules, Hermione corrio y lo
abrazo, recibida con cariño por los brazos del chico, Sirius miro a James con
complicidad
-soy Ron Weasley, el mejor amigo de Harry-
Molly abrazo a Arthur
-¿tienes mas hermanos?- pregunto Arhtur-
aparte de Bill, Charlie y Percy
-no puedo decirlo, lo lamento- dijo
encogiendose de hombros- pero se enteraran pronto
Harry
no contestó nada. —¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos? —No lo sé —dijo
Harry; dándose cuenta de eso por primera vez. Sacó del bolsillo el billete que
Hagrid le había dado—. Tengo que coger el tren que sale del andén nueve y tres
cuartos, a las once de la mañana —leyó. Sus tíos lo miraron asombrados. —¿Andén
qué? —Nueve y tres cuartos. —No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No hay
ningún andén nueve y tres cuartos. —Eso dice mi billete. —Equivocados —dijo tío
Vernon—. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te
llevaremos a King Cross. De todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si
no, no me molestaría. —¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry tratando de
mantener el tono amistoso. —Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío Vernon—.
Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings
-¿cola?- le pregunto Ron a Hermione
-Hagrid le puso una cola de cerdo al primo
de Harry- dijo la castaña
-ah genial, asi completaba la imagen ¿verdad?-
James y Sirius rieron
A la mañana siguiente, Harry se despertó a las
cinco, tan emocionado e ilusionado que no pudo volver a dormir. Se levantó y se
puso los tejanos: no quería andar por la estación con su túnica de mago, ya se
cambiaría en el tren. Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar seguro de
que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Hedwig en su jaula y luego se
paseó por la habitación, esperando que los Dursley se levantaran. Dos horas más
tarde, el pesado baúl de Harry estaba cargado en el coche de los Dursley y tía
Petunia había hecho que Dudley se sentara con Harry, para poder marcharse.
Llegaron a King Cross a las diez y media. Tío Vernon cargó el baúl de Harry en
un carrito y lo llevó por la estación. Harry pensó que era una rara amabilidad,
hasta que tío Vernon se detuvo, mirando los andenes con una sonrisa perversa.
—Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve, andén diez... Tú andén debería estar
en el medio, pero parece que aún no lo han construido, ¿no? Tenía razón, por
supuesto. Había un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número
diez sobre el otro y, en el medio, nada. —Que tengas un buen curso —dijo tío
Vernon con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más.
Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban.
-lo dejaron solito a mi bebé- dijo Lily
-Amor tiene once ya- le dijo James
-calla, siempre sera mi bebé- dijo la
pelirroja
-pobrecito, cuando nosotros lo acompañemos,
si me lo pide lo acompaño hasta arriba del tren- Lily le sonrio a James y Ron
los miraba
-¡Wow! De verdad se parece a ellos- dijo el
pelirrojo y los aludidos sonrieron
Los tres se reían. Harry sintió
la boca seca. ¿Qué haría? Estaba llamando la atención, a causa de Hedwig.
Tendría que preguntarle a alguien. Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se
atrevió a mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído
hablar de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país
quedaba, comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a
propósito.
-¡no se hace el tonto!- dijo Molly
disgustada- es un pequeño de once años abandonado a su suerte, es obvio que no
sepa que hacer
Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el
tren que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al
final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder el
tiempo. Según el gran reloj que había sobre la tabla de horarios de llegada,
tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no tenía idea de qué podía
hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que casi no podía
transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una jaula con una lechuza.
Hagrid debió de olvidar decirle algo que tenía que hacer, como dar un golpe al
tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el callejón Diagon. Se preguntó
si debería sacar su varita y comenzar a golpear la taquilla, entre los andenes
nueve y diez. En aquel momento, un grupo de gente pasó por su lado y captó unas
pocas palabras. —... lleno de muggles, por supuesto... Harry se volvió para
verlos. La que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro
muchachos, todos con pelo de llameante color rojo. Ron
rio y entonces todos se dieron cuenta que hablaba de los Weasley
Cada
uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban una lechuza. Con el corazón
palpitante, Harry empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó,
parándose lo bastante cerca para escuchar lo que decían. —Y ahora, ¿cuál es el
número del andén? —dijo la madre. —¡Nueve y tres cuartos! —dijo la voz aguda de
una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre
-James una pelirroja- dijo Remus
-¡si!- grito Sirius
-¿que ocurre?- pregunto Hermione confusa
-una pelirroja, un potter- dijo James como
si fuera obvio Ron y Hermione rieron
—.
Mamá, ¿no puedo ir...? —No tienes edad suficiente, Ginny Ahora estáte quieta.
Muy bien, Percy, tú primero. El que parecía el mayor de los chicos se dirigió
hacia los andenes nueve y diez. Harry observaba, procurando no parpadear para
no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos
andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él y, cuando se alejaron,
el muchacho había desaparecido. —Fred, eres el siguiente
-¿fred?- pregunto la mujer a Ron
-los gemelos Fred Gideon y George Fabian
-seran nuestros sucesores- gritaron los
gemelos Preweet
-ni lo sueñes, de seguro se portan bien-
Ron y Hermione estallaron en carcajadas
—dijo
la mujer regordeta. —No soy Fred, soy George —dijo el muchacho—. ¿De veras,
mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?
—Lo siento, George, cariño. —Estaba bromeando, soy Fred
-esos chicos son geniales- decia Sirius
entre risas, luego de un rato cuando Sirius pudo calmarse siguio leyendo
—dijo el muchacho, y se alejó. Debió pasar, porque
un segundo más tarde ya no estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo
fue tras él: el tercer hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi
allí) y luego, súbitamente, no estaba en ninguna parte. No había nadie más.
—Discúlpeme —dijo Harry a la mujer regordeta. —Hola, querido —dijo—. Primer año
en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo. Señaló al último y menor de sus hijos
varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga
nariz.
-gracias por la descripcion Harry lo tendre
en cuenta- dijo Ron y hermione le sonrio
—Sí
—dijo Harry—. Lo que pasa es que... es que no se cómo... —¿Como entrar en el
andén? —preguntó bondadosamente,
-Gracias Molly- dijo Lily
y
Harry asintió con la cabeza. —No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que
hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te
detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante. Lo mejor es ir
deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron. —Hum... De acuerdo
—dijo Harry. Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera. Parecía muy
sólida. Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor iba al andén nueve
o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y tendría problemas.
Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez
más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera de control), ya estaba
allí... Cerró los ojos, preparado para el choque... Pero no llegó. Siguió
rodando. Abrió los ojos. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba
en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry
miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con
las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos». Lo había logrado. El humo de la
locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que
gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de la gente. Las
lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del
ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles. Los primeros
vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las
ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los
asientos que iban a ocupar. Harry empujó su carrito por el andén, buscando un
asiento vacío. Pasó al lado de un chico de cara redonda que decía: —Abuelita,
he vuelto a perder mi sapo. —Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana. Un
muchacho de pelos tiesos estaba rodeado por un grupo. —Déjanos mirar, Lee, vamos
El muchacho levantó la tapa de la caja que llevaba en los brazos, y los que lo
rodeaban gritaron cuando del interior salió una larga cola peluda.
-¿que tendria adentro?- pregunto Lily
Harry
se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del
tren. Primero puso a Hedwig y luego comenzó a empujar el baúl hacia la puerta
del vagón. Trató de subirlo por los escalones, pero sólo lo pudo levantar un
poco antes de que se cayera golpeándole un pie. —¿Quieres que te eche una mano?
—Era uno de los gemelos pelirrojos, a los que había seguido a través de la
barrera de los andenes. —Sí, por favor —jadeó Harry. —¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!
Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del
compartimiento. —Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos el pelo húmedo.
—¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los gemelos, señalando la brillante
cicatriz de Harry
-todos reconocen a Harry, sera muy popular-
dijo James alegre
-en especial con las chicas- agrego Sirius
-ni que lo digas- murmuro Ron
-igual le gusta mantener perfil bajo y es
algo timido con las chicas- dijo Hermione
-¿como es posible que sea timido, para los
13 james y yo habia perdido nuestra virg...
-¿su que sirius?- dijo malhumorada Lily
-nuestro perfil bajo- dijo Sirius temeroso
—Vaya—dijo
el otro gemelo—. ¿Eres tú...? —Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se
dirigió a Harry. —¿Quién? —preguntó Harry. —Harry Potter —respondieron a coro.
—Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy yo.
Todos rieron por el juego de palabras
Los
dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry sintió que se ruborizaba.
Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de la puerta abierta del
compartimiento. —¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí? —Ya vamos, mamá. Con una última
mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón. Harry se sentó al lado de la
ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos
en el andén y oír lo que decían. La madre acababa de sacar un pañuelo. —Ron,
tienes algo en la nariz. El menor de los varones trató de esquivarla, pero la
madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
-¡mamá!- le repocho Ron a su madre- ¡no lo
hagas!
-no vo dejar que vayas con la nariz sucia!-
dijo su madre
-es extraño discutirte cuando tienes casi
mi edad
—Mamá,
déjame —exclamó apartándose. —¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su
naricita? —dijo uno de los gemelos. —Cállate —dijo Ron. —¿Dónde está Percy?
—preguntó la madre. —Ahí viene. El mayor de los muchachos se acercaba a ellos.
Ya se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que
tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P —No me puedo quedar
mucho, mamá —dijo—. Estoy delante, los prefectos tenemos dos compartimientos...
—Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —dijo uno de los gemelos, con aire de gran
sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no teníamos idea. —Espera, creo que
recuerdo que nos dijo algo —dijo el otro gemelo—. Una vez... —O dos... —Un
minuto... —Todo el verano...
Los
merodeadores y los Gemelos Prewwet festejaban
-Molls tienes un prefecto perfecto en la
familia, yo que tu tendria un hijo menos- dijo Sirius riendo
-espera, Bill, Charlie, Percy, Fred,
George, Ron y la pequeña Ginny, valgame merlin
¡7 hijos!- dijo Arhtur sorprendido y ron rio- tenemos una niña Molly
-¿lils?- dijo James
-¿que?- pregunto sonriendole
-¿podemos tener mas hijos?- dijo algo
sonrojado- ya sabes, me gustaria tener 2 o 3niños- lily lo beso con dulzura
-claro que si, todos los que tu quieras- le
dijo sonriendo- pero quiero tener una niña pelirroja- James sonrio anchamente
-a la septima va la vencida- les dijo Remus
y ellos estallaron en carcajadas
—Oh,
callaos —dijo Percy, el prefecto. —Y de todos modos, ¿por qué Percy tiene
túnica nueva? —dijo uno de los gemelos —Porque él es un prefecto—dijo
afectuosamente la madre—. Muy bien, cariño, que tengas un buen año. Envíame una
lechuza cuando llegues allá. Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue.
Luego se volvió hacia los gemelos. —Ahora, vosotros dos... Este año os tenéis
que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho...
estallar un inodoro o... —
-esa es buena Molly no se me habia
ocurrido- dijo James riendo y para su sorpresa Lily no lo reto
¿Hacer
estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos hecho nada de eso. —Pero es una gran
idea, mamá. Gracias.
-nunca aprenderas- le dijo el pelirrojo a
su madre
—No
tiene gracia. Y cuidad de Ron. —No te preocupes, el pequeño Ronnie estará
seguro con nosotros. —Cállate —dijo otra vez Ron. Era casi tan alto como los
gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había frotado.
—Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver en el tren? Harry se agachó
rápidamente para que no lo descubrieran. —¿Os acordáis de ese muchacho de pelo
negro que estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es? —¿Quién?
—¡Harry Potter! Harry oyó la voz de la niña. —Mamá, ¿puedo subir al tren para
verlo? ¡Oh, mamá, por favor...! —
-y ¡pum!- dijo Ron- 8 veranos seguidos
escuchando a mi hermana alabar a Harry
-no la culpes fue amor a primera vista- le
dijo Hermione
-que dulce- comento Lily
-¡oye! Yo me enamore de ti desde primer año
en el compartimento y tu nunca pensaste que fuera dulce- dijo haciendo puchero
-prometo compensartelo- le murmuro ella besándolo
-Harry tiene demasiadas admiradoras- dijo Hermione haciendo una mueca- algunas no tan simpaticas
-igual al padre- nego Lily sonriendo
-Harry tiene demasiadas admiradoras- dijo Hermione haciendo una mueca- algunas no tan simpaticas
-igual al padre- nego Lily sonriendo
Ya lo
has visto, Ginny y, además, el pobre chico no es algo para que lo mires como en
el zoológico. ¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes? —Se lo pregunté. Vi su
cicatriz. Está realmente allí... como iluminada. —Pobrecillo... No es raro que
esté solo. Fue tan amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
-¡que niño tan amable y educado!- dijo
Minerva- espero que no saque los genes del padre- murmuro y algunos profesores
rieron
—Eso
no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era Quien-tú-sabes? La madre,
súbitamente, se puso muy seria. —Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te
atrevas. Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de
colegio. —Está bien, quédate tranquila. Se oyó un silbido. —Daos prisa —dijo la
madre, y los tres chicos subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para
que los besara y la hermanita menor comenzó a llorar. —No llores, Ginny, vamos
a enviarte muchas lechuzas. —Y un inodoro de Hogwarts.
-todos estallaron en carcajadas, incluso
Lucius hacia un esfuerzo por no reirse
-Ginny es la malcriada, hacemos todo por
ella, en especial los mayores, la pequeñaja es la luz de Bill y ni te cuento de
Fred y George- la madre lo miro con cariño
—¡George!
—Era una broma, mamá. El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de los muchachos
agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para
seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó
saludando. Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando
el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry
sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor
que lo que dejaba atrás. La puerta del compartimiento se abrió y entró el menor
de los pelirrojos. —¿Hay alguien sentado ahí? —preguntó, señalando el asiento
opuesto a Harry—. Todos los demás vagones están llenos. Harry negó con la
cabeza y el muchacho se sentó. Lanzó una mirada a Harry y luego desvió la vista
rápidamente hacia la ventanilla, como si no lo hubiera estado observando. Harry
notó que todavía tenía una mancha negra en la nariz. —Eh, Ron- Los gemelos
habían vuelto. —Mira, nosotros nos vamos a la mitad del tren, porque Lee Jordan
tiene una tarántula gigante y vamos a verla.
--¡quiero una! – grito sirius
—De
acuerdo —murmuró Ron. —Harry —dijo el otro gemelo—, ¿te hemos dicho
quiénes
somos? Fred y George Weasley. Y él es Ron, nuestro hermano. Nos veremos
después, entonces. —Hasta luego —dijeron Harry y Ron. Los gemelos salieron y
cerraron la puerta. —¿Eres realmente Harry Potter? —dejó escapar Ron. Harry
asintió. —Oh... bien, pensé que podía ser una de las bromas de Fred y George
—dijo Ron—. ¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...? Señaló la frente de
Harry. Harry se levantó el flequillo para enseñarle la luminosa cicatriz. Ron
la miró con atención. —¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...? —Sí —dijo
Harry—, pero no puedo recordarlo. —¿Nada? —dijo Ron en tono anhelante.
—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero nada más. —Vaya —dijo Ron.
Contempló a Harry durante unos instantes y luego, como si se diera cuenta de lo
que estaba haciendo, con rapidez volvió a mirar por la ventanilla. —¿Sois una
familia de magos? —preguntó Harry, ya que encontraba a Ron tan interesante como
Ron lo encontraba a él.
-recuerdo ese día- dijo Ron sonriendo y
Hermione bufo- ¿me perdonas?- le dijo a la castaña
-claro que no, me trataste mal y fuiste
grosero- le reprocho ella
-¿porque hiciste eso Ron?- le regaño Molly
-porque era insorportablemente inteligente-
se defendio el- aunque nos ha servido de mucho
-¿a quien me suena?- dijo Sirius mirando a
Lily
—Oh, sí, eso creo —respondió Ron—. Me parece
que mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.
—Entonces ya debes de saber mucho sobre magia. Era evidente que los Weasley
eran una de esas antiguas familias de magos de las que había hablado el pálido
muchacho del callejón Diagon. —Oí que te habías ido a vivir con muggles —dijo
Ron—. ¿Cómo son? —Horribles... Bueno, no todos ellos. Mi tía, mi tío y mi primo
sí lo son. Me hubiera gustado tener tres hermanos magos.
-me parece que Harry tendra 3 hermanos-
dijo Lily sonriente- bueno 2 hermanos y una hermanita pelirroja- aclaro y James
rio
—Cinco
—corrigió Ron. Por alguna razón parecía deprimido—. Soy el sexto en nuestra
familia que va a asistir a Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy
alto. Bill y Charlie ya han terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era
capitán de quidditch. Ahora Percy es prefecto. Fred y George son muy
revoltosos, pero a pesar de eso sacan muy buenas notas y todos los consideran
muy divertidos.
-bueno han sacado una buena camada,
exceptuando el prefecto claro- dijo Sirius y se gano un zape de Molly
Todos esperan que me vaya tan bien como a los
otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque ellos ya lo hicieron
primero. Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco hermanos. Me dieron la
túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy Ron
buscó en su chaqueta y sacó una gorda rata gris, que estaba dormida
-claro la pobreza Weasley- dijo Malfoy con
desprecio
-no tendran tanto dinero, pero pongo mis
manos en el fuego que son el triple de felices de lo que tu alguna vez llegaras
a ser- le espeto Hermione con furia
-sangre sucia- le dijo con desprecio
-y a mucha honra, estupido- le grito
enfadada y fue aplaudida por todo el gran comedor
. —Se
llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca se despierta. A Percy, papá le
regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto, pero no podían comp... Quiero
decir, por eso me dieron a Scabbers. Las orejas de Ron enrojecieron. Parecía
pensar que había hablado demasiado, porque otra vez miró por la ventanilla.
Harry no creía que hubiera nada malo en no poder comprar una lechuza. Después
de todo, él nunca había tenido dinero en toda su vida, hasta un mes atrás, así
que le contó a Ron que había tenido que llevar la ropa vieja de Dudley y que
nunca le hacían regalos de cumpleaños. Eso pareció animar a Ron. —... y hasta
que Hagrid me lo contó, yo no tenía idea de que era mago, ni sabía nada de mis
padres o Voldemort.. Ron bufó. —¿Qué? —dijo Harry. —Has pronunciado el nombre
de Quien-tú-sabes —dijo Ron, tan conmocionado como impresionado—. Yo creí que
tú, entre todas las personas... —No estoy tratando de hacerme el valiente, ni
nada por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry—. Es que no sabía que no
debía decirlo. ¿Ves lo que te decía? Tengo muchísimas cosas que aprender...
Seguro —añadió, diciendo por primera vez en voz alta algo que últimamente lo
preocupaba mucho—, seguro que seré el peor de la clase.
-con el cerebro de tu madre, claro que no-
dijo James y Lily le sonrio
-pense que te molestaba, ya sabes prefecta
perfecta- dijo ella algo desanimada
-eres perfecta y no cambiaria nada de ti-
le dijo besandole el hombro con cariño
—No
será así. Hay mucha gente que viene de familias muggles y aprende muy deprisa.
Mientras conversaban, el tren había pasado por campos llenos de vacas y ovejas.
Se quedaron mirando un rato, en silencio, el paisaje. A eso de las doce y media
se produjo un alboroto en el pasillo, y una mujer de cara sonriente, con
hoyuelos, se asomó y les dijo: —¿Queréis algo del carrito, guapos? Harry, que
no había desayunado, se levantó de un salto, pero las orejas de Ron se pusieron
otra vez coloradas y murmuró que había llevado bocadillos. Harry salió al
pasillo. Cuando vivía con los Dursley nunca había tenido dinero para comprarse
golosinas y, puesto que tenía los bolsillos repletos de monedas de oro, plata y
bronce, estaba listo para comprarse todas las barras de chocolate que pudiera
llevar.
-mi niño- dijo Lily con dulzura- le dolera
el estomago si come mucho chocolate
-claro que no- dijo Nymphadora- yo como
mucho y nunca me duele, por cierto Remus dame- el sonrio y le dio una barra de
chocolate- es un placer hacer negocios contigo- todos rieron
-¿y tu que le das a cambio?
-informacion embarazosa de Sirius- todos
rieron menos Sirius que la miro ofendido
Pero la mujer no tenía Mars. En cambio, tenía
Grageas Bertie Bott de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada
de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra cantidad de cosas
extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada,
compró un poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de
bronce. Ron lo miraba asombrado, mientras Harry depositaba sus compras sobre un
asiento vacío. —Tenías hambre, ¿verdad? —Muchísima —dijo Harry, dando un
mordisco a una empanada de calabaza. Ron había sacado un arrugado paquete, con
cuatro bocadillos. Separó uno y dijo: —Mi madre siempre se olvida de que no me
gusta la carne en conserva. —Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry,
alcanzándole un pastel—. Sírvete... —No te va a gustar, está seca —dijo Ron—.
Ella no tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—... Ya sabes, con nosotros
cinco. —Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que nunca había tenido nada que
compartir o, en realidad, nadie con quien compartir nada.
-que niño tan bueno- dijo Amelie una
Ravenclaw de ultimo año (la mama de luna)
Era
una agradable sensación, estar sentado allí con Ron, comiendo pasteles y dulces
(los bocadillos habían quedado olvidados). —¿Qué son éstos? —preguntó Harry a
Ron, cogiendo un envase de ranas de chocolate—. No son ranas de verdad,
¿no?—Comenzaba a sentir que nada podía sorprenderlo. —No —dijo Ron—. Pero mira
qué cromo tiene. A mí me falta Agripa. —¿Qué? —Oh, por supuesto, no debes
saber... Las ranas de chocolate llevan cromos, ya sabes, para coleccionar, de
brujas y magos famosos. Yo tengo como quinientos, pero no consigo ni a Agripa
ni a Ptolomeo. Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el cromo. En él
estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media luna, tenía una
nariz larga y encorvada, cabello plateado suelto, barba y bigotes. Debajo de la
foto estaba el nombre: Albus Dumbledore —¡Así que éste es Dumbledore! —dijo
Harry. —¡No me digas que nunca has oído hablar de Dumbledore! —dijo Ron—.
¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa... Gracias... Harry dio la
vuelta a la tarjeta y leyó: Albus
Dumbledore,
actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo Como el
más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por
derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las
doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su
compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de
cámara y a los bolos.
Harry dio la vuelta otra vez al cromo y vio,
para su asombro, que el rostro de Dumbledore había desaparecido. —¡Ya no está!
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo Ron—. Ya volverá. Vaya, me ha
salido otra vez Morgana y ya la tengo seis veces repetida... ¿No la quieres?
Puedes empezar a coleccionarlos. Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de
chocolate, que esperaban que las desenvolvieran. —Sírvete —dijo Harry—. Pero
oye, en el mundo de los muggles la gente se queda en las fotos. —¿Eso hacen?
Cómo, ¿no se mueven? —Ron estaba atónito—. ¡Qué raro! Harry miró asombrado,
mientras Dumbledore regresaba al cromo y le dedicaba una sonrisita. Ron estaba
más interesado en comer las ranas de chocolate que en buscar magos y brujas
famosos, pero Harry no podía apartar la vista de ellos. Muy pronto tuvo no sólo
a Dumbledore y Morgana, sino también a Ramón Llull, al rey Salomón, Circe,
Paracelso y Merlín. Hasta que finalmente apartó la vista de la druida Cliodna,
que se rascaba la nariz, para abrir una bolsa de grageas de todos los sabores.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno Ron—. Cuando dice «todos los
sabores», es eso lo que quiere decir. Ya sabes, tienes todos los comunes, como
chocolate, menta y naranja, pero también puedes encontrar espinacas, hígado y
callos. George dice que una vez encontró una con sabor a duende.
-¿como sabe que sabor tiene un duende?-
pregunto confundida Tonks
Ron
eligió una verde, la observó con cuidado y mordió un pedacito. —Puaj... ¿Ves?
Coles. Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos los sabores. Harry
encontró tostadas, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas, café, sardinas
y fue lo bastante valiente para morder la punta de una gris, que Ron no quiso
tocar y resultó ser pimienta. En aquel momento, el paisaje que se veía por la
ventanilla se hacía más agreste. Habían desaparecido los campos cultivados y aparecían
bosques, ríos serpenteantes y colinas de color verde oscuro. Se oyó un golpe en
la puerta del compartimiento, y entró el muchacho de cara redonda que Harry
había visto al pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy afligido.
—Perdón —dijo—. ¿Por casualidad no habréis visto un sapo? Cuando los dos
negaron con la cabeza, gimió. —¡La he perdido! ¡Se me escapa todo el tiempo!
—Ya aparecerá —dijo Harry. —Sí —dijo el muchacho apesadumbrado—. Bueno, si la
veis... Se fue —No sé por qué está tan triste —comentó Ron—. Si yo hubiera
traído un sapo lo habría perdido lo más rápidamente posible. Aunque en realidad
he traído a Scabbers, así que no puedo hablar. La rata seguía durmiendo en las
rodillas de Ron. —Podría estar muerta y no notarías la diferencia —dijo Ron con
disgusto—. Ayer traté de volverla amarilla para hacerla más interesante, pero
el hechizo no funcionó. Te lo voy a enseñar, mira... Revolvió en su baúl y sacó
una varita muy gastada. En algunas partes estaba astillada y, en la punta,
brillaba algo blanco. —Los pelos de unicornio casi se salen. De todos modos...
Acababa de coger la varita cuando la puerta del compartimiento se abrió otra
vez. Había regresado el chico del sapo, pero llevaba a una niña con él. La
muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.
-y chan chan Hermione aparece- dijo Ron
divertido y hermione le dio un codazo
—¿Alguien
ha visto un sapo? Neville perdió uno —dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo
color castaño. —Ya le hemos dicho que no —dijo Ron, pero la niña no lo
escuchaba. Estaba mirando la varita que tenía en la mano. —Oh, ¿estás haciendo
magia? Entonces vamos a verlo. Se sentó. Ron pareció desconcertado. —Eh... de
acuerdo. —Se aclaró la garganta—. «Rayo de sol, margaritas, volved amarilla a
esta tonta ratita.»
-todavia recuerod ese hechizo- dijo
Hermione riendo
-no creo que sea un hechizo dijo lily
divertida
agitó
la varita, pero no sucedió nada. Scabbers siguió durmiendo, tan gris como
siempre. —¿Estás seguro de que es el hechizo apropiado? —preguntó la niña—.
Bueno, no es muy efectivo, ¿no? Yo probé unos pocos sencillos, sólo para
practicar, y funcionaron. Nadie en mi familia es mago, fue toda una sorpresa
cuando recibí mi carta, pero también estaba muy contenta, por supuesto, ya que
ésta es la mejor escuela de magia, por lo que sé. Ya me he aprendido todos los
libros de memoria, desde luego, espero que eso sea suficiente... Yo soy
Hermione Granger. ¿Y vosotros quiénes sois? Dijo todo aquello muy rápidamente.
Harry miró a Ron y se calmó al ver en su rostro aturdido que él tampoco se
había aprendido todos los libros de memoria. —Yo soy Ron Weasley —murmuró Ron.
—Harry Potter —dijo Harry. —¿Eres tú realmente? —dijo Hermione—. Lo sé todo
sobre ti, por supuesto, conseguí unos pocos libros extra para prepararme más y
tú figuras en Historia de la magia moderna, Defensa contra las Artes Oscuras y
Grandes eventos mágicos del siglo XX. —¿Estoy yo? —dijo Harry, sintiéndose
mareado. —Dios mío, no lo sabes. Yo en tu lugar habría buscado todo lo que
pudiera —dijo Hermione—. ¿Sabéis a qué casa vais a ir? Estuve preguntando por
ahí y espero estar en Gryffindor, parece la mejor de todas. Oí que Dumbledore
estuvo allí, pero supongo que Ravenclaw no será tan mala... De todos modos, es
mejor que sigamos buscando el sapo de Neville. Y vosotros dos deberíais
cambiaros ya, vamos a llegar pronto. Y se marchó, llevándose al chico sin sapo.
-intuyo eras muy hiperactiva cuando
hablabas- dijo James divertido
—Cualquiera que sea la casa que me toque,
espero que ella no esté —dijo Ron.
-¡que malo!- dijo ella enfadada
-lo siento
Arrojó
su varita al baúl—. Qué hechizo más estúpido, me lo dijo George. Seguro que era
falso. —¿En qué casa están tus hermanos? —preguntó Harry —Gryffindor —dijo Ron.
Otra vez parecía deprimido—. Mamá y papá también estuvieron allí. No sé qué van
a decir si yo no estoy. No creo que Ravenclaw sea tan mala, pero imagina si me
ponen en Slytherin. —¿Esa es la casa en la que Vol... quiero decir
Quien-tú-sabes... estaba? —Ajá —dijo Ron. Se echó hacia atrás en el asiento,
con aspecto abrumado. —¿Sabes? Me parece que las puntas de los bigotes de
Scabbers están un poco más claras —dijo Harry, tratando de apartar la mente de
Ron del tema de las casas—. Y, a propósito, ¿qué hacen ahora tus hermanos
mayores? Harry se preguntaba qué hacía un mago, una vez que terminaba el
colegio. —Charlie está en Rumania, estudiando dragones, y Bill está en África,
ocupándose de asuntos para Gringotts
-¿rumania y africa? Nunca voy a tener paz-
se lamentaba Molly
—explicó
Ron—. ¿Te enteraste de lo que pasó en Gringotts? Salió en El Profeta, pero no
creo que las casas de los muggles lo reciban: trataron de robar en una cámara
de alta seguridad. Harry se sorprendió. —¿De verdad? ¿Y qué les ha sucedido?
—Nada, por eso son noticias tan importantes. No los han atrapado. Mi padre dice
que tiene que haber un poderoso mago tenebroso para entrar en Gringotts, pero
lo que es raro es que parece que no se llevaron nada. Por supuesto, todos se
asustan cuando sucede algo así, ante la posibilidad de que Quien-tú-sabes esté
detrás de ello. Harry repasó las noticias en su cabeza. Había comenzado a
sentir una punzada de miedo cada vez que mencionaban a Quien-tú-sabes. Suponía
que aquello era una parte de entrar en el mundo mágico, pero era mucho más
agradable poder decir «Voldemort» sin preocuparse. —¿Cuál es tu equipo de
quidditch? —preguntó Ron. —Eh... no conozco ninguno —confesó Harry. —¿Cómo?
—Ron pareció atónito—. Oh, ya verás, es el mejor juego del mundo... —Y se
dedicó a explicarle todo sobre las cuatro pelotas y las posiciones de los siete
jugadores, describiendo famosas jugadas que había visto con sus hermanos y la
escoba que le gustaría comprar si tuviera el dinero. Le estaba explicando los
mejores puntos del juego, cuando otra vez se abrió la puerta del
compartimiento, pero esta vez no era Neville, el chico sin sapo, ni Hermione
Granger. Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de inmediato al del medio:
era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame Malkin. Miraba a Harry
con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon. —¿Es
verdad? —preguntó—. Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en
este compartimento. Así que eres tú, ¿no? —Sí —respondió Harry. Observó a los otros
muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares. Situados a ambos
lados del chico pálido, parecían guardaespaldas. —Oh, éste es Crabbe y éste
Goyle
-—dijo
el muchacho pálido con despreocupación, al darse cuenta de que Harry los
miraba—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy
Todas
las mriadas se centraron en Lucius que sonrio arrogantemente
Ron
dejó escapar una débil tos, que podía estar ocultando una risita. Draco
(dragón) Malfoy lo miró. —Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? No
necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos,
con pecas y más hijos que los que pueden mantener. Se volvió hacia Harry. —Muy
pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras,
Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte
en eso. Extendió la mano, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó. —Creo
que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias —dijo con
frialdad.
-¡eso es harry- gritaron todos alegres-
Draco
Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas.
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —dijo con calma—. A menos que seas un
poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco
sabían lo que era bueno para ellos.
-lo mato- gritaba Sirius
Tú
sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos. Harry
y Ron se levantaron al mismo tiempo. El rostro de Ron estaba tan rojo como su
pelo. —Repite eso —dijo. —Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló
Malfoy. —Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, con más valor que el que
sentía, porque Crabbe y Goyle eran mucho más fuertes que él y Ron. —Pero
nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? Nos hemos comido
todo lo que llevábamos y vosotros parece que todavía tenéis algo. Goyle se
inclinó para coger una rana de chocolate del lado de Ron. El pelirrojo saltó
hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un
aullido terrible. Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle, con los agudos
dientes clavados profundamente en sus nudillos. Crabbe y Malfoy retrocedieron
mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor,
hasta que, finalmente, Scabbers salió volando, chocó contra la ventanilla y los
tres muchachos desaparecieron. Tal vez pensaron que había más ratas entre las
golosinas, o quizás oyeron los pasos porque, un segundo más tarde, Hermione
Granger volvió a entrar. —¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas
tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola. —Creo que se ha
desmayado —dijo Ron a Harry. Miró más de cerca a la rata—. No, no puedo
creerlo, ya se ha vuelto a dormir. Y era así.
-me recuerda a Peter- dijo Remus en un
susurro- ¿por cierto donde esta?- los merodeadores se encogieron de hombros
—¿Conocías
ya a Malfoy? Harry le explicó el encuentro en el callejón Diagon. —Oí hablar
sobre su familia —dijo Ron en tono lúgubre—. Son algunos de los primeros que
volvieron a nuestro lado después de que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que
los habían hechizado. Mi padre no se lo cree. Dice que el padre de Malfoy no
necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro. —Se volvió hacia Hermione—.
¿Podemos ayudarte en algo? —Mejor que os apresuréis y os cambiéis de ropa.
Acabo de ir a la locomotora, le pregunté al conductor y me dijo que ya casi
estamos llegando. No os estaríais peleando, ¿verdad? ¡Os vals a meter en líos
antes de que lleguemos! —Scabbers se estuvo peleando, no nosotros —dijo Ron,
mirándola con rostro severo—. ¿Te importaría salir para que nos cambiemos? —Muy
bien... Vine aquí porque fuera están haciendo chiquilladas y corriendo por los
pasillos —dijo Hermione en tono despectivo—. A propósito, ¿te has dado cuenta
de que tienes sucia la nariz? Ron le lanzó una mirada de furia mientras ella
salía. Harry miró por la ventanilla. Estaba oscureciendo. Podía ver montañas y
bosques, bajo un cielo de un profundo color púrpura. El tren parecía aminorar la
marcha. Él y Ron se quitaron las camisas y se pusieron las largas túnicas
negras. La de Ron era un poco corta para él, y se le podían ver los pantalones
de gimnasia. Una voz retumbó en el tren. —Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco
minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado
al colegio. El estómago de Harry se retorcía de nervios y Ron, podía verlo,
estaba pálido debajo de sus pecas. Llenaron sus bolsillos con lo que quedaba de
las golosinas y se reunieron con el resto del grupo que llenaba los pasillos.
El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban
para salir al pequeño y oscuro andén. Harry se estremeció bajo el frío aire de
la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los
alumnos, y Harry oyó una voz conocida: —¡Primer año! ¡Los de primer año por
aquí! ¿Todo bien por ahí, Harry? La gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría
sobre el mar de cabezas. —Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad bien
dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme! Resbalando y a tientas, siguieron a
Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Harry
pensó que debía de haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba
mucho. Neville, el chico que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en
cuando. —En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid
por encima del hombro—, justo al doblar esta curva. Se produjo un fuerte
¡ooooooh!
-maginifico- murmuraron muchos al pensar la
primera vez que vieron Hgwarts
El
sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la
punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el
cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y
torrecillas. —¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota
de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Harry y Ron subieron a
uno, seguidos por Neville y Hermione. —¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid,
que tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE! Y la pequeña flota de botes
se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el
cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se
elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se
erigía. —¡Bajad las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban
el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de
una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera
del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por
debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo,
donde treparon por entre las rocas y los guijarros. —¡Eh, tú, el de allí! ¿Es
éste tu sapo? —dijo Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba
de ellos. —¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo las manos. Luego
subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo
finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por
unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble. —¿Estáis
todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo? Hagrid levantó un gigantesco puño y
llamó tres veces a la puerta del castillo.
-
-fin del capitulo- anuncio Sirius
-bien el siguiente- le apuro James- quiero leer- y antes de que alguien dijera algo le arrebato el libro a Sirius
Hogwarts Express- Anden 9 y 3/4
Hola!!!, ya te escrito en potterfics y me encantas tus historias espero que actualices y llegues a todos los libros por que adoro a Sirius y Remus
ResponderEliminarbueeno obiamene eres tan merodea fan como yo y si, llegare a el prisionero de azcaban y seguire hasta el epilogo de Reliquias de la Muerte, hare todos los libros :D un beso y ya actualizo
Eliminaruna pregunta ...cada cuanto actualizas ;p porque me acabo de pasar la noche en vela por leer todo lo que as escrito hasta ahora y sigo con la curiosidad ....espero que lo hagas pronto bye
ResponderEliminarSigue escribiendo. Esta cool
ResponderEliminarmuy cool eres fantastica
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