Aclaracion: Bueno todos los personajes y
los libros que leen pertenecen a la genialisima JK Rowling ¿ok? yo solo lo
traspaso a un blog para que puedan leerlo d euna manera diferente con las
intervenciones de ciertos personajes pertenecientes a ella.
Espero Disfruten, son un poco largos, pero
en cada actualizacion subo un capitulo entero.
Harry Potter y la piedra filosofal
Capitulo
II: “El vidrio que se desvaneció”
-Buen dia- saludo Dumbledore a todos en el gran comedor- hoy leeremos
el segundo capitulo y hoy tenemos la
primer visita- todos miraban espectantes cuando por la puerta entro una chica
de unos 22, realmente linda, con el cabello castaño cayendo en suaves ondas y
ojos que demostraban desafio
-Hola a todos, soy Hermione Jean Granger- dijo sonriendo, en el
momento en que movio su brazo se leyeron las palabras <sangre sucia>-
¿esto? Dijo señalando su brazo
-si ¿que te paso?- dijo Sirius
-eem...tortura de mortifagos, pero ya se los ira explicando los
libros- todos la miraron sorprendidos y con cierta pena, exceptuando los Sly
-yo soy la mejor amiga de Harry- Lily sonrio- hija de muggles- miro
a la casa de Slytherin con cierto rencor (recuerden que en esa epoca sentados
en la mesa estan Lucius, Bellatriz, etc)-
y mucha honra- agrego, causando los aplausos de las demas casas
-y ¿tu tienes novio?- pregunto Sirius
-ni lo intentes sirius- dijo riendo
-Señotira Granger ¿leerla usted?- pregunto Albus
-de acuerdo- dijo sonriendole al anciano mago- el capitulo se
llama “el vidrio que se desvanecio”
Habían pasado
aproximadamente diez años desde el día en que los Dursley se
-¿vieron?- dijo Sirius- Harry sueña con mi moto, te asegura
pelirroja que la heredara él
-¿dormia en una alacena? ¿que clase de persona trata asi a un
niño?- dijo Molly Weasley (que habia sido invitada junto con su esposo, igual
que Andromeda y Ted, y otras personas, se habian sentado segun la casa a la que
habian pertenecido).
Cuando estuvo vestido
salió al recibidor y entró en la cocina. La mesa estaba casi
-se las vera conmigo- gritaron los merodeadores y Hermioen sonrio
-pobre mi bebé, el tendria que haber sido un niño malcriado, lo
peor que le tenia que haber pasado es que yo le prohibiera jugar quiddicht
dentro de la casa- dijo Lily triste
pero no podía atraparlo muy a menudo. Aunque
no lo parecía, Harry era muy rápido. Tal vez tenía algo que ver con eso de
vivir en una oscura alacena, pero Harry había sido siempre flaco y muy bajo
para su edad.
-igual que James- dijo Remus sonriendo levemente
Además, parecía más
pequeño y enjuto de lo que realmente era, porque toda la ropa que llevaba eran
prendas viejas de Dudley, y su primo era cuatro veces más grande que él. Harry
tenía un rostro delgado, rodillas huesudas, pelo negro y ojos de color verde
brillante.
-tus ojos mi amor- dijo James sonriendo
Llevaba gafas redondas...
-mis ojos y tu ceguera- dijo Lily haciendo que james largara una
risita- si es tan guapo como el padre tendra mucha suerte con las chicas- dijo
en un susurro para el ojiavellana que la beso, tantos años esperando tener asi
a su pelirroja
... siempre pegadas con
cinta adhesiva, consecuencia de todas las veces que Dudley le había pegado en
la nariz. La única cosa que a Harry le gustaba de su apariencia era aquella
pequeña cicatriz en la frente, con la forma de un relámpago. La tenía desde que
podía acordarse, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía Petunia
era cómo se la había hecho. —En el accidente de coche donde tus padres murieron
-¿accidente de coche?- preguntaron todos consternados
—había dicho—. Y no
hagas preguntas. «No hagas preguntas»: ésa era la primera regla que se debía
observar si se quería vivir una vida tranquila con los Dursley. Tío Vernon
entró a la cocina cuando Harry estaba dando la vuelta al tocino. —¡Péinate!
—bramó como saludo matinal. Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de
su periódico y gritaba que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían
cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos,
pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por
todos lados.
- no hay nada que se pueda hacer contra el cabello de un Potter-
dijo james algo divertido
Harry estaba friendo los
huevos cuando Dudley llegó a la cocina con su madre. Dudley se parecía mucho a
tío Vernon. Tenía una cara grande y rosada, poco cuello, ojos pequeños de un
tono azul acuoso, y abundante pelo rubio que cubría su cabeza gorda. Tía
Petunia decía a menudo que Dudley parecía un angelito. Harry decía a menudo que
Dudley parecía un cerdo con peluca-
todos estallaron en carcajadas –el cachorro sabe describir a la
gente- dijo Sirius divertido
Harry puso sobre la mesa
los platos con huevos y beicon, lo que era difícil porque había poco espacio.
Entretanto, Dudley contaba sus regalos. Su cara se ensombreció. —Treinta y seis
—dijo, mirando a su madre y a su padre—. Dos menos que el año pasado. —Querido,
no has contado el regalo de tía Marge. Mira, está debajo de este grande de mamá
y papá. —Muy bien, treinta y siete entonces —dijo Dudley, poniéndose rojo.
Harry; que podía ver venir un gran berrinche de Dudley, comenzó a comerse el
beicon lo más rápido posible, por si volcaba la mesa. Tía Petunia también
sintió el peligro, porque dijo rápidamente: —Y vamos a comprarte dos regalos
más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece, pichoncito? Dos regalos más. ¿Está
todo bien? Dudley pensó durante un momento. Parecía un trabajo difícil para él.
Por último, dijo lentamente. —Entonces tendré treinta y.. treinta y.. —Treinta
y nueve, dulzura —dijo tía Petunia. —Oh —Dudley se dejó caer pesadamente en su
silla y cogió el regalo más cercano—. Entonces está bien. Tío Vernon rió entre
dientes. —El pequeño tunante quiere que le den lo que vale, igual que su padre.
¡Bravo, Dudley! —dijo, y revolvió el pelo de su hijo.
-que personas mas desagradables, perdona que sea tu sobrino Lily
pero son odiosos- dijoHermione frunciendo el ceño
-si lo se, no me caen bien, y ahora que maltratan a mi niño los
detesto- dijo Lily enfadada
En aquel momento sonó el
teléfono y tía Petunia fue a cogerlo, mientras Harry y tío Vernon miraban a
Dudley, que estaba desembalando la bicicleta de carreras, la filmadora, el
avión con control remoto, dieciséis juegos nuevos para el ordenador y un vídeo.
Estaba rompiendo el envoltorio de un reloj de oro, cuando tía Petunia volvió,
enfadada y preocupada ala vez. —Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg
se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección
a Harry. La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un
salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un
amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al
cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía
a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y
la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si
él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna
de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes
de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty
-pobre Harry- dijeron
los gemelos preweet
—Podemos llamar a Marge
—sugirió tío Vernon. —No seas tonto, Vernon, ella no aguanta al chico. Los
Dursley hablaban a menudo sobre Harry de aquella manera, como si no estuviera
allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos,
algo así como un gusano. —¿Y qué me dices de... tu amiga... cómo se llama...
Yvonne? —Está de vacaciones en Mallorca —respondió enfadada tía Petunia.
—Podéis dejarme aquí —sugirió esperanzado Harry. Podría ver lo que quisiera en
la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de
Dudley Tía Petunia lo miró como si se hubiera tragado un limón. —¿Y volver y encontrar
la casa en ruinas? —rezongó. —No voy a quemar la casa —dijo Harry, pero no le
escucharon. —Supongo que podemos llevarlo al zoológico —dijo en voz baja tía
Petunia—... y dejarlo en el coche... —El coche es nuevo, no se quedará allí
solo... Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años
que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcía la cara y gritaba, su
madre le daría cualquier cosa que quisiera. —Mi pequeñito Dudley no llores,
mamá no dejará que él te estropee tu día especial —exclamó, abrazándolo.
—¡Yo... no... quiero... que... él venga! —exclamó Dudley entre fingidos
sollozos—. ¡Siempre lo estropea todo! —Le hizo una mueca burlona a Harry, desde
los brazos de su madre. Justo entonces, sonó el timbre de la puerta. —¡Oh, Dios,
ya están aquí! —dijo tía Petunia en tono desesperado y, un momento más tarde,
el mejor amigo de Dudley, Piers Polkiss, entró con su madre. Piers era un chico
flacucho con cara de rata. Era el que, habitualmente, sujetaba los brazos de
los chicos detrás de la espalda mientras Dudley les pegaba. Dudley suspendió su
fingido llanto de inmediato. Media hora más tarde, Harry, que no podía creer en
su suerte, estaba sentado en la parte de atrás del coche de los Dursley, junto
con Piers y Dudley, camino del zoológico por primera vez en su vida.
-¿soy solo yo o varios tienen ganas de lanzarles algun que otro
hechizo a los Dursley?- dijo Andromeda y varios la apoyaron
A sus tíos no se les
había ocurrido una idea mejor, pero antes de salir tío Vernon se llevó aparte a
Harry. —Te lo advierto —dijo, acercando su rostro grande y rojo al de Harry—.
Te estoy avisando ahora, chico: cualquier cosa rara, lo que sea, y te quedarás
en la alacena hasta la
Navidad. —No voy a hacer nada —dijo Harry—. De verdad... Pero
tío Vernon no le creía. Nadie lo hacía. El problema era que, a menudo, ocurrían
cosas extrañas cerca de Harry y no conseguía nada con decir a los Dursley que
él no las causaba. En una ocasión, tía Petunia, cansada de que Harry volviera
de la peluquería como si no hubiera ido, cogió unas tijeras de la cocina y le
cortó el pelo casi al rape, exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar
la horrible cicatriz». Dudley se rió como un tonto, burlándose de Harry, que
pasó la noche sin dormir imaginando lo que pasaría en el colegio al día
siguiente, donde ya se reían de su ropa holgada y sus gafas remendadas. Sin
embargo, a la mañana siguiente, descubrió al levantarse que su pelo estaba
exactamente igual que antes de que su tía lo cortara. Como castigo, lo
encerraron en la alacena durante una semana, aunque intentó decirles que no
podía explicar cómo le había crecido tan deprisa el pelo.
-magia- dijeron varios
-magia accidental- corrigio Minerva
Otra vez, tía Petunia
había tratado de meterlo dentro de un repugnante jersey viejo de Dudley
(marrón, con manchas anaranjadas). Cuanto más intentaba pasárselo por la
cabeza, más pequeña se volvía la prenda, hasta que finalmente le habría sentado
como un guante a una muñeca, pero no a Harry. Tía Petunia creyó que debía de
haberse encogido al lavarlo y, para su gran alivio, Harry no fue castigado. Por
otra parte, había tenido un problema terrible cuando lo encontraron en el techo
de la cocina del colegio. El grupo de Dudley lo perseguía como de costumbre
cuando, tanto para sorpresa de Harry como de los demás, se encontró sentado en
la chimenea. Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora del
colegio, diciéndoles que Harry andaba trepando por los techos del colegio. Pero
lo único que trataba de hacer (como le gritó a tío Vernon a través de la puerta
cerrada de la alacena) fue saltar los grandes cubos que estaban detrás de la
puerta de la cocina. Harry suponía que el viento lo había levantado en medio de
su salto. Pero aquel día nada iba a salir mal. Incluso estaba bien pasar el día
con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en el colegio, en su
alacena, o en el salón de la señora Figg, con su olor a repollo.
-probecillo- dijo Marlene Mckinnen
Mientras conducía, tío
Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. Harry, el
ayuntamiento, Harry, el banco y Harry eran algunos de sus temas favoritos.
Aquella mañana le tocó a los motoristas. —... haciendo ruido como locos esos
gamberros —dijo, mientras una moto los adelantaba. —Tuve un sueño sobre una
moto —dijo Harry recordando de pronto—. Estaba volando. Tío Vernon casi chocó
con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento y gritó a
Harry: —¡LAS MOTOS NO VUELAN! Su rostro era como una gigantesca remolacha con
bigotes. Dudley y Piers se rieron disimuladamente. —Ya sé que no lo hacen —dijo
Harry—. Fue sólo un sueño. Pero deseó no haber dicho nada. Si había algo que
desagradaba a los Dursley aún más que las preguntas que Harry hacía, era que
hablara de cualquier cosa que se comportara de forma indebida, no importa que
fuera un sueño o un dibujo animado. Parecían pensar que podía llegar a tener
ideas peligrosas. Era un sábado muy soleado y el zoológico estaba repleto de
familias. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de
chocolate en la entrada, y luego como la sonriente señora del puesto preguntó a
Harry qué quería antes de que pudieran alejarse, le compraron un polo de limón,
que era más barato. Aquello tampoco estaba mal, pensó Harry, chupándolo
mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y se parecía
notablemente a Dudley, salvo que no era rubio. Fue la mejor mañana que Harry
había pasado en mucho tiempo. Tuvo cuidado de andar un poco alejado de los
Dursley, para que Dudley y Piers, que comenzaban a aburrirse de los animales
cuando se acercaba la hora de comer, no empezaran a practicar su deporte
favorito, que era pegarle a él.
- ¡oh no!- grito Lily hecha una fiera caminando para todos lados-
maldita idiota cara de caballo y su marido el cerdo bigotudo nadie va a hacerle
eso a mi pequeño, la golpeare, te juro que la golpeare, y le lanzare mil
hechizo hasta que queden hechos cenizas, ¡me las pagaras Tuney!- normalmente
cuando Lily estaba en ese estado, habia que correrse de su camino, la pelirroja
era relativamente tranquila, pero se enfada y ¡merlin! Hacia temblar a todos,
pero James, encontra de las indicacion de Remus y Sirius, la llamo y ella lo
miro, y para sopresa de todos se sento en su regazo y se abrazo a James,
mientras maldecia y el castaño le acariciaba la espalda
Comieron en el restaurante del zoológico, y
cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente
grande, tío Vernon le compró otro y Harry tuvo permiso para terminar el primero.
Más tarde, Harry pensó que debía haber sabido que aquello era demasiado bueno
para durar. Después de comer fueron a ver los reptiles.
-serpientes- dijo Sirius con desprecio
Estaba oscuro y hacía
frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los
vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por
las piedras y los troncos. Dudley y Piers querían ver las gigantescas cobras
venenosas y las gruesas pitones que estrujaban a los hombres. Dudley encontró
rápidamente la serpiente más grande. Podía haber envuelto el coche de tío
Vernon y haberlo aplastado como si fuera una lata, pero en aquel momento no
parecía tener ganas. En realidad, estaba profundamente dormida. Dudley
permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando el brillo de su
piel. —Haz que se mueva —le exigió a su padre. Tío Vernon golpeó el vidrio,
pero la serpiente no se movió. —Hazlo de nuevo —ordenó Dudley. Tío Vernon
golpeó con los nudillos, pero el animal siguió dormitando. —Esto es aburrido
—se quejó Dudley. Se alejó arrastrando los pies. Harry se movió frente al
vidrio y miró intensamente a la serpiente. Si él hubiera estado allí dentro,
sin duda se habría muerto de aburrimiento, sin ninguna compañía, salvo la de
gente estúpida golpeando el vidrio y molestando todo el día. Era peor que tener
por dormitorio una alacena donde la única visitante era tía Petunia, llamando a
la puerta para despertarlo: al menos, él podía recorrer el resto de la casa. De
pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas.
Lenta, muy lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel
de los de Harry. Guiñó un ojo. Harry la miró fijamente. Luego echó rápidamente
un vistazo a su alrededor, para ver si alguien lo observaba. Nadie le prestaba
atención. Miró de nuevo a la serpiente y también le guiñó un ojo. La serpiente
torció la cabeza hacia tío Vernon y Dudley, y luego levantó los ojos hacia el
techo. Dirigió a Harry una mirada que decía claramente: —Me pasa esto
constantemente. —Lo sé —murmuró Harry a través del vidrio, aunque no estaba
seguro de que la serpiente pudiera oírlo—. Debe de ser realmente molesto. La
serpiente asintió vigorosamente. —A propósito, ¿de dónde vienes? —preguntó
Harry La serpiente levantó la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del
vidrio. Harry miró con curiosidad. «Boa Constrictor, Brasil.»
-¿esta hablando con una serpiente?- pregunto sorprendido Lucius
-no importa cuanta magia accidental tenga, nadie puede hablar con
las serpientes...a menos que- dijo Nott
-que hable parcel- dijo Lucius
-Mi hijo no habla parcel ¿o si?- le pregunto a Hermione pero esta
solo continuo leyendo
—¿Era bonito aquello? La
boa constrictor volvió a señalar con la cola y Harry leyó: «Este espécimen fue criado
en el zoológico». —Oh, ya veo. ¿Entonces nunca has estado en Brasil? Mientras
la serpiente negaba con la cabeza, un grito ensordecedor detrás de Harry los
hizo saltar. —¡DUDLEY! ¡SEÑOR DURSLEY! ¡VENGAN A VER A LA SERPIENTE ! ¡NO VAN A
CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO! Dudley se acercó contoneándose, lo más rápido que
pudo. —Quita de en medio —dijo, golpeando a Harry en las costillas. Cogido por
sorpresa, Harry cayó al suelo de cemento. Lo que sucedió a continuación fue tan
rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinados
cerca del vidrio, y al instante siguiente saltaron hacia atrás aullando de
terror. Harry se incorporó y se quedó boquiabierto: el vidrio que cerraba el
cubículo de la boa constrictor había desaparecido. La descomunal serpiente se
había desenrollado rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo.
Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia
las salidas. Mientras la serpiente se deslizaba ante él, Harry habría podido
jurar que una voz baja y sibilante decía: —Brasil, allá voy... Gracias, amigo.
El encargado de los reptiles se encontraba totalmente conmocionado. —Pero... ¿y
el vidrio? —repetía—. ¿Adónde ha ido el vidrio? El director del zoológico en
persona preparó una taza de té fuerte y dulce para tía Petunia, mientras se
disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no dejaban de quejarse. Por lo que
Harry había visto, la serpiente no había hecho más que darles un golpe juguetón
en los pies, pero cuando volvieron al asiento trasero del coche de tío Vernon,
Dudley les contó que casi lo había mordido en la pierna, mientras Piers juraba
que había intentado estrangularlo.
-que quejumbrosos- dijo Minerva
Pero lo peor, para Harry al menos, fue cuando
Piers se calmó y pudo decir: —Harry le estaba hablando. ¿Verdad, Harry? Tío
Vernon esperó hasta que Piers se hubo marchado, antes de enfrentarse con Harry.
Estaba tan enfadado que casi no podía hablar. —Ve... alacena... quédate... no
hay comida —pudo decir, antes de desplomarse en una silla. Tía Petunia tuvo que
servirle una copa de brandy. Mucho más tarde, Harry estaba acostado en su
alacena oscura, deseando tener un reloj. No sabía qué hora era y no podía estar
seguro de que los Dursley estuvieran dormidos. Hasta que lo estuvieran, no
podía arriesgarse a ir a la cocina a buscar algo de comer. Había vivido con los
Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse,
desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de
coche. No podía recordar haber estado en el coche cuando sus padres murieron.
Algunas veces, cuando forzaba su memoria durante las largas horas en su
alacena, tenía una extraña visión, un relámpago cegador de luz verde y un dolor
como el de una quemadura en su frente. Aquello debía de ser el choque, suponía,
aunque no podía imaginar de dónde procedía la luz verde.
- la maldicion asesina- dijeron James y Lily tristes porque nadie
le hablara a su hijo de ellos
Y no podía recordar nada de sus padres. Sus
tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas.
Tampoco había fotos de ellos en la casa. Cuando era más pequeño, Harry soñaba
una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo,
pero eso nunca sucedió: los Dursley eran su única familia. Pero a veces pensaba
(tal vez era más bien que lo deseaba) que había personas desconocidas que se
comportaban como si lo conocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un
hombrecito con un sombrero violeta lo había saludado, cuando estaba de compras
con tía Petunia y Dudley Después de preguntarle con ira si conocía al hombre,
tía Petunia se los había llevado de la tienda, sin comprar nada. Una mujer
anciana con aspecto estrafalario, toda vestida de verde, también lo había
saludado alegremente en un autobús. Un hombre calvo, con un abrigo largo, color
púrpura, le había estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decir
una palabra. Lo más raro de toda aquella gente era la forma en que parecían
desaparecer en el momento en que Harry trataba de acercarse. En el colegio,
Harry no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Dudley odiaba a aquel
extraño Harry Potter, con su ropa vieja y holgada y sus gafas rotas, y a nadie
le gustaba estar en contra de la banda de Dudley.
-¿asi termina?- pregunto Alice
-si- respondio Hermione
-Hermione- dijo Lily- yo se que tu no puedes decirnos nada del
futuro hasta que no leamos los libros, pero dime que alguien le ha dicho a
Harry que lo amamos, que nunca quisimos dejarlo solo, por favor dime que si-
dijo cuando las lagrimas mojaban su rostro
-claro que lo sabe, y una secretito mas, pocas personas he visto
que quieran tanto a sus padres como Harry con ustedes- eso arranco sonrisas de
James y Lily...
Hermione-
estuvo muy bien pero sigo diciendo lo de mi comentario anterior y es marleen McKinnon
ResponderEliminarperdon marlenne McKinnon
ResponderEliminarNo, eres Marlene McKinnon mismo ¬¬'
EliminarTendrías que poner mas diálogos entre los personajes, pero muy buen fic!
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo está muy bien narrada pero lo falta diálogo entre los personajes
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